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Comenzamos viendo su nombre María, un nombre común en el pueblo judío, en honor a Miriam la hermana de Moisés, significa en arameo: princesa-señora. Si hacemos una especie de rastreo a través de la Biblia, encontramos que en el Antiguo Testamento aquella figura misteriosa de la ´´Hija de Sión´´, descrita en el Salmo 87 y mencionada en otros libros, encajaría con lo que María será en el futuro, sobre todo para la Iglesia.

 Ya en el Nuevo Testamento  se nos presenta a María como madre de Jesús y como tal debió de ser como el común de las madres de los pueblos que se desarrollaron a orillas del mar Mediterráneo donde el vínculo madre-hijo es más intenso, la madre es responsable de la crianza del hijo, a pesar de que en el mundo mediterráneo hay un aborrecimiento de lo femenino. Como nota aclaratoria, antes de seguir vale señalar que en la literatura apócrifa o no inspirada hay abundancia de escritos referentes a María y también en lo tocante como madre, pero históricamente no merecen ningún crédito, pero sí dejan claro la maternidad de Jesús en referencia a ella, y el aprecio, respeto y veneración que los primeros cristiano tuvieron hacia ella.

En los evangelios el que más abunda sobre el tema es Lucas ( 1,26-38), presentándola desposada y anunciando su maternidad fruto de una acción divina; también Mateo hace algo igual (1,18-25), no así Marcos quien no habla directamente de la maternidad, sino que la nombra más tarde ( Mc 3, 31-35). El cuarto evangelio o Evangelio de Juan tampoco da detalles sobre la maternidad, sino que se limita a presentarla en dos momentos claves de la vida de Jesús: El comienzo de su misión (Jn 2,1-12) y en el momento culminante de la cruz (Jn 19,25-27). Sobre la maternidad de María ampliada hacia otros hijos, además de Jesús, es un tema ya agotado, pero que vale la pena recordar. Cuando los evangelios hablan de hermanos de Jesús (Mc 3,31-35; Mt 12,46-50, Lc 8,19-21 y Jn 2,12), lo hacen en un contexto familiar clánico, del clan familiar, es decir, el concepto de familia que tenemos hoy día es nuclear: un hombre y una mujer se unen y forman un núcleo, una familia, sus hijos son hermanos y los hijos de los hermanos de la pareja son primos de su hijos; en el concepto clánico, el clan está formado en su origen por un tronco familiar que es el padre, los hijos son hermanos, pero los hijos de esos hijos también son considerados hermanos, es algo que todavía en el África se mantiene este concepto de familia. También hay que añadir que el hebreo aramaico, que era la lengua de Jesús, era muy pobre en palabras y con la palabra hermanos se abarcaba todo el clan familiar, además de que los mismo evangelios hablan de hermanos de Jesús, no de hijos de María.

Una de las características de los escritos del apóstol Pablo es que no dicen nada acerca de la vida histórica de Jesùs, pues Pablo se centra màs en el acontecimiento de la Resurrecciòn, en presentar a Jesùs como el Señor de la Historia, el “Kirios“, la pascua es la fuente de la inspiración paulina para toda su teología o reflexión sobre el hecho Jesucristo, pero en algunos versículos de su carta, en algunas ocasiones deja claro que Jesùs no es un ente celestial glorificado, sino es un ser que tiene su historia, una humanidad, como dije no se detiene en ello, pero lo hace manifiesto. Uno de los textos donde podemos encontrar algo de esto es cuando en la Carta a los Gàlatas aborda el problema de la filiación divina de Jesùs (Gal 4,1-7), donde comunica que nosotros también somos participe de ser hijo de Dios en el Hijo Jesùs, sobre todo en el recibir los dones salvíficos de la resurrección acaecido en èl. En este texto el apóstol, en uno de los versículos (Gal 4,4), dice que llegada la plenitud de los tiempos, Dios envía a su Hijo “nacido de mujer“; sabemos que Pablo nunca habla acerca de Marìa de manera explicita, pues la mariología no es su preocupación, sino la soteriología, es decir la salvaciòn, pero la reconoce y la hace presente en esta frase.

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