La Virgen María en la Resurrección

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La Resurrección de Cristo ha llenado de alegría a todo el mundo, la litur­gia lo pone de ma­nifiesto.

Dios Padre, por la Resu­rrección de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, ha llenado el mundo de alegría. Por eso el día de Pascua es el día de la luz y de la vida en el que, desvanecida la noche de la muerte, el mundo entero saltaría de gozo.

Asimismo, la Iglesia naciente, al ver de nuevo a su Señor inmortal, se alegraría entusiasmada.

Y nuestra Madre, Santa María, fue colmada de alegría por la Resurrección de su Hijo, Jesu­cristo.

La santa Iglesia por tanto, saluda a la Virgen y la invita a alegrarse; todos los días de la Pascua con el rezo del Regina Coeli, y con las oraciones litúrgicas.

Alégrate, Virgen Madre, porque Cris­to ha resucitado del sepulcro. Alégrate, Madre de la luz, porque Cristo, el Sol de justicia, ha vencido las tinieblas del sepulcro e ilumina el mundo entero.  Dios te salve, Santa María , que, sufriendo junto a la cruz, compartiste los dolores del Hijo; ahora gozas de una serena alegría.

La Santísima Virgen, que había concebido al Hijo creyendo, y creyendo esperó su resurrección, es el modelo de la fe con que los discípulos confiesan a Cristo nacido de la Virgen, Dios y hombre verdadero y por la fuerza salvadora de su resurrección, esperan llegar a las alegrías eternas.

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