Finalizando este septiembre mes de la Biblia, vale detenernos en uno de los aspectos más patentes que tiene Las Sagradas Escrituras, y es su influencia en el campo moral, llegando a ser una especie de pasión o fuerza que se torna especie de canal para esta virtud tan necesaria en el desorden en que vivimos en el mundo de hoy.

Cuando hablamos de moral, estamos aludiendo a toda esa búsqueda de hacer posible el bien en nosotros y entre nosotros, pues aunque la ley natural nos indique que lo que en sí buscamos es el bien, hay muchos que tratan de impedirlo a como dé lugar o se convierten en agentes activos de lo contrario, aun siendo portavoces y propagadores del mensaje bíblico.

Desde sus primeras páginas el libro sagrado nos habla del bien y de lo bueno, el capítulo primero del Génesis, que habla de la creación, va señalando a cada paso que todo lo creado por Dios es bueno, y que lo hace bien, para inducirnos a reconocer a Dios como el bien supremo o todo bien. Más adelante a lo largo de la historia de Israel, hay un llamado y una inducción a hacer las cosas buenas, la Torah o el Pentateuco son la base para tener una serie de leyes o criterios que lleven al hombre israelita a ser bueno, en otras palabras, le invitan a ser moral.

En la época monárquica si el Rey actúa bien, al pueblo le va bien, y así lo contrario; los Profetas se van a encargar de ser los vigilantes del actuar del rey y del pueblo, denunciando las corrupciones y maldades, e invitando a obrar bien en la línea de lo que en verdad quiere el Dios Yahvé, y así los sabios de Israel, antes y después de la experiencia del destierro, basados en la experiencia, en la vida, brindarán unas series de lineamientos para que se sea justo o bueno, para vivir moralmente.

Jesús la encarnación del Dios bueno, será la muestra de la infinita bondad de Dios entre nosotros, el mensaje del reino traído por Jesús, es una invitación a construir un mundo que se base en el quehacer por la consecución de bien para todos y sin exclusión; él mismo dará mediante su mensaje pautas para logar dicho objetivo, la carga moral de sus palabras serán algo apreciado dentro y fuera de la comunidad que constituye con sus discípulos, que será la Iglesia, la cual deberá ser artífice de esa moralidad donde quiera que se encuentre; Pablo será el que más insista en esa fuerza moral del mensaje, como transformador del hombre para ser moral, agente del bien en nombre de Cristo en el mundo.

Por lo tanto, a nadie le cabe duda del mensaje moral o fuerza moral de la Biblia, sobre todo en el cambio que en esa línea provoca en sus destinatarios, pues ella invita a la conversión, al cambio de vida, de ahí que no se conciba a alguien que lea, estudie, conozca o interprete la Biblia y la misma no provoque un cambio de actitud, de manera de pensar y ver la vida, de actuar de cara a sus hermanos y el mundo, sobre todo en lo moral.

Esta fuerza moral, ayuda a la trascendencia que este libro y su mensaje han tenido y tiene, a lo largo de la historia y el tiempo que la humanidad tiene sobre la faz de la tierra. Ha sido el punto de convergencia con otros libros y personajes que detentan la causa moral, aunque no sean afines al Dios bíblico, es lo que hace que se le reconozca en otros ámbitos no necesariamente religiosos del quehacer humano. Es lo que hace ver si el mensaje que ella encierra ha calado o no en cada uno de nosotros.

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