El calendario litúrgico de este año para el mes de junio, nos trae varias solemnidades, en la que destacamos la del Santísimo Cuerpo y Sangre del Señor o Corpus Christi, como comúnmente la conocemos, celebración de gran arraigo entre nosotros y de mucha significación, a tal punto que sigue siendo feriado, es decir, que no se trabaja ese día, aunque algunos parecen obviar esto y pagan extra por este día a sus trabajadores.

Esta Solemnidad surge en la Edad Media y fue instituida el 8 de septiembre de 1264, por el Papa Urbano IV, mediante la bula ´´Transiturus de hoc mundi´´, vale destacar que a Santo Tomás de Aquino se le encargó preparar los textos para la Misa y Oficio propios de ese día que incluye el famoso himno ´´Pange lingua´´ y su parte final, el famoso ´´Tantum Ergo´´. Desde entonces, se celebra en muchos lugares del mundo con el objetivo de hacer ver la importancia y significación que tiene el sacramento de la Eucaristía para el creyente, y también proclamar su grandeza y belleza públicamente al mundo entero. Se invita a hacer Adoración pública a Jesús en la Eucaristía. De ahí, la procesión con la cual se acompaña en este día al Santísimo Sacramento, y las diversas manifestaciones propias de los lugares y culturas, para hacer presente y festivo, como debe ser esta celebración.

Debido a la pandemia, llevamos años en que en nuestra Iglesia dominicana no lo celebramos como siempre lo hemos hecho, por todo lo alto, en las diversas diócesis del país, pero este año en que la pandemia ha disminuido, esperamos poder hacerlo con toda la solemnidad y esplendor que el día amerita. Pero lo importante es que cada uno de nosotros, miembros de la Iglesia de Cristo, entienda y sea consciente del significado grandioso que tiene el hecho de Cristo Jesús, el Hijo de Dios, quien además de estar en el cielo junto al Padre, se ha quedado con nosotros en ‘un pedazo de pan y en un poco de vino’. Es un misterio tan grande y adorable que nos rebasa, como todo lo de la fe y lo único que podemos hacer es alabar, bendecir y dar gracias al Señor, por el milagro tan grande y hermoso que se da en la Eucaristía.

Aunque es un misterio de fe, es una realidad que vivimos cada domingo en la Iglesia y diariamente si nos es posible. Es Cristo en persona que se da en la transformación del pan en su cuerpo y del vino en su sangre. No es un invento de la Iglesia, es como  dice el Apóstol Pablo, una tradición que hemos recibido de un acontecimiento real en la persona de Cristo: ‘Porque yo recibí del Señor lo mismo que les he enseñado: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo que es para ustedes; hagan esto en memoria de mí. De la misma manera tomó también la copa después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; hagan esto cuantas veces la beban en memoria de mí. Porque todas las veces que coman este pan y beban esta copa, la muerte del Señor proclaman hasta que Él venga’. (1Cor 11,23-26).

En este mes de junio renovamos nuestra fe en Jesús Eucaristía, y así como él se da, esperamos que también nosotros nos entreguemos a su causa, seamos Eucaristía para él y los demás. Que nos demos por entero en cuerpo y sangre a la causa del reino, la tarea evangelizadora de la Iglesia.

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