HABLEMOS DE LA PATRIA

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Escuché a alguien decir una vez que cuando decimos fe­brero, decimos Patria. Es el mes de la Patria, pues en él, en específico el día 27 celebra­mos la Independencia Nacio­nal, el día en que nos constitui­mos como nación ante los de­más pueblos de la tierra. Pero vale preguntarse: ¿Qué es en sí la patria para todos nosotros y muy en especial para cada uno de los que formamos parte de esta patria dominicana?

Sabemos que para el 1844 Juan Pablo Duarte y sus trinitarios tenían entre manos un proyecto de nación, a la cual denominarían República Do­minicana, que Duarte tenía un Ideario de lo que debía ser el futuro país y de como los ciudadanos debíamos comportarnos, para el sostenimiento, mantenimiento y perdura de la nueva patria.

La historia nos dice que el proyecto duartiano no se cris­ta­lizó y él tuvo que pactar con una parte rancia de la sociedad de entonces y dicha realización se truncó, la cuestión es que como una maldición de la historia, cada vez que se ha dado un nuevo proyecto de nación siempre hay que hacer lo mis­mo: pactar con esa parte rancia que siempre ha estado entre nosotros y tal vez por eso nun­ca hemos arrancado con el pro­yecto patriótico que nos merecemos y que Duarte soñó.

Hoy los de izquierda o de derecha, según con quienes se asocien en el mundo, jalonan la patria para su lado, o tal vez no hay ni izquierda, ni dere­cha, sino un híbrido que solo responde a las conveniencias del momento, entiéndase conveniencias de grupos sobre todo económicos, o también de unas individualidades que en­tienden que la única forma de trepar a lo más alto de la “so­cialité” dominicana o la mane­ra de adquirir riquezas es sir­viéndose de la patria, en vez de servirle y entregarse a ella. 

Las mafias estatales, las cuales sobreviven a todos los gobiernos, se encargan de sustraer para ellas lo que lastimo­samente es de todos. Ven la patria como una especie de alcancía, la cual pueden rom­per a su antojo y sustraer sin más ni más lo que hay en ella, y caminar por las calles del pueblo como si no pasase nada, mientras los más necesitados y las problemáticas que deben resolverse pagan las consecuencias.

En fin, la gran mayoría nuestra ve la patria como la vaca a la que se puede ordeñar sin más y sin medir las consecuencias, alardear de ser pa­triota porque se ama y se de­fiende el Escudo y la Bandera, porque nos salen lágrimas al cantar el Himno Nacional, por que somos capaces de defen­der a fuego y machete  el terru­ño que consideramos nuestro ante cualquier extranjero que intente usurparlo, aunque abu­semos de este nombre y de lo que significa.

La patria es ese lugar del mundo que me ha dado vida y por la cual yo la doy, no se la quito, matando a mis herma­nos al quitarles lo que les per­tenece, lo que mi madre patria les da a ello y orgullosamente también me proporciona. 

La patria es un sueño de libertad y no de ser esclavo de la más vil corrupción que pue­da anidarse en el corazón hu­mano. No se reduce a un simple pedazo de tierra, aunque es importante para la realización de sus miembros, es mucho más que eso, pues donde van sus hijos ella va, y la realiza­ción de sus nobles ideales es su razón de ser.

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