“Familia”

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Noviembre, conocido y mantenido como el mes dedicado a la familia, grupo primario por excelencia que socializa al niño desde su nacimiento. Esto es, va transmitiendo los valores y códigos de comportamiento social que acepta y aprueba la comunidad en la que nace y se desarrolla y que el niño internaliza, haciéndolos suyos. Cuando se aparta de la observancia de los mismos, se consi­dera una inconducta, algo inapropiado y consecuentemente rechazada por su entorno social.

Es por esa caracterización del mes que el Ter­cer Plan de Pastoral nos propone “La Familia” como valor a enfatizar en el mismo, junto al muy relacionado lema: “Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia” (Hch 16,31).

Tener fe en Jesús y favorecer que nuestra fami­lia también la tenga, la desarrolle y la viva, recibe su excelente promesa de salvación personal y familiar. Definitivamente que la fe en ese amigo fiel, constituye un asidero donde descansa el amor con que tratamos a nuestro prójimo, a los integrantes de nuestra familia que son el prójimo más cercano y amado.

Cada día se hace más urgente valorar, educar y defender la familia, en la que se viven y practican los sentimientos más nobles y cuya ausencia genera con el tiempo, seres miserables, irrespon­sables y, probablemente, delincuentes, cada vez con más sofisticados y dañinos métodos contra los demás.

Se nos propone realizar la Misión Bíblica Fa­mi­liar, lo que nos ayudaría a vivir la experiencia con Jesucristo en la familia, según Aparecida del 432 al 436. Las limitaciones que nos impone la pandemia no facilitan esta encomiable misión. Sin embargo, qué hermoso ha sido que, precisamente por ese problema sanitario, muchas familias han podido compartir más y mejor. Son muchos los padres de familia que han aprendido a convivir con sus hijos.

A valorar la misión de la escuela y la dedica­ción adecuada o no de sus hijos, a actualizar cono­cimientos acorde a los nuevos métodos empleados por la escuela.

También hemos aprendido a cuidarnos mutuamente de otra manera, a evitar gastos innecesa­rios, a disfrutar del tiempo en familia, a pesar de lo difícil que se torna en algunos momentos y a disfrutar del hogar sin la necesidad de compartir siempre con visitas.

¡Que Dios siga bendiciendo nuestras familias!

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