Llegó la época más hermosa del año, porque en ella recordamos el nacimiento del Hijo de Dios hecho hombre. Aquel que da sentido a nuestra existencia y por eso tenemos motivos para estar alegres.

Alegría que traspasa las fronteras de los sentimientos, para convertirse en un compromiso perenne de fomentar la fraternidad entre los seres humanos. Alegría por enseñarnos los caminos de sentar las bases de una nueva sociedad en donde los valores sean el norte de nuestras relaciones humanas.

La Navidad nos invita a dejar atrás la violencia que empaña la visión para llegar a un futuro lleno de esperanza.

Nos invita a fortalecer la familia para que de ella surjan ciudadanos con la meta clara de hacer posible la justicia que es el nuevo nombre de la paz.

Estamos en Navidad y tenemos que demostrarlo con acciones llenas de reconciliación y respeto a los demás. Amando y teniendo una entrega sin límites hacia los que sufren.

Así encontraremos la alegría profunda, la que nadie nos podrá arrebatar, porque sale del corazón agradecido al saber que nos ha nacido el Salvador de la humanidad.

¡Feliz Navidad!

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