Entre Herodes y los Reyes Magos

2
356

La Navidad y los Reyes (la Epi­fanía) nos invitan a levantarnos y caminar a la luz de la estrella, con el “corazón ensanchado” (Isaías 60, 1-6) y asombrado por un proyecto de salvación universal (Efesios 3, 2-6).

Ante este proyecto hay dos res­puestas posibles: la de Herodes y la de los Reyes Magos.

En el Evangelio de Mateo 2, 1 – 12, Herodes representa el  poder soberbio, cerrado a toda otra pro­puesta que no sea la realización de sus intereses. Si consulta, es para que le digan lo que quiere oír para realizar sus planes asesinos. Oye la Escritura, pero no la escucha con su corazón. Para Herodes, el Mesías es la mayor amenaza para sus intereses. Una amenaza que ha de ser suprimida a toda costa, no importa que mueran los inocentes. Busca al Mesías para matarlo, porque Hero­des se ha condenado a sí mismo a ser el centro.

Del otro lado, están los magos. Eran sin duda astrólogos, estudio­sos de las constelaciones, astros y estrellas, convencidos, como lo estuvieron varios Papas renacentistas, que los astros influían sobre la suerte de los humanos en la tierra. Eran astrólogos honrados y abiertos a la evidencia. Preguntaban para descubrir, aprender y cambiar. La estrella los puso a moverse. Ellos no conocían las Escrituras, pero las obedecieron. Llegaron hasta el esta­blo donde estaban José, María y Jesús. Allá se detuvo la estrella, allá se detuvieron ellos para reconocer en un niño a Dios, a quien adoraron y luego le entregaron sus presentes. De sobra sabían que ellos no eran el centro. Regresaron dichosos por otro camino.

Los Magos nos enseñan a creer. Herodes encarna el fracaso y la soledad, salario de la soberbia. El Señor les regaló a los Reyes Magos dos regalos valiosísimos: la alegría de todos los niños y otro camino.

2 COMENTARIOS