El número de migrantes crece cada día. La crisis económica que padecen nuestras naciones, aumentada por la pandemia del Covid-19, ha llevado a que el año pasado, 281 millones de personas dejaran sus países de origen, para llegar a otros pueblos en busca de una vida mejor.

Sin embargo, el viacrucis que supone esta aventura está lleno de dolores y caídas. Los testimonios de los sobrevivientes de esas travesías, son desgarradores. Muchos mueren en el camino.

Recientemente conocimos del accidente en México en donde más de 50 migrantes murieron, incluyendo tres dominicanos procedentes de Baní. Recordemos también las constantes tragedias de hermanos nuestros que han perdido la vida tratando de llegar a Puerto Rico.

Nos duele este flujo migratorio cargado de riesgos y vicisitudes, porque a los que se marchan se les violan sus derechos y son tratados como seres inferiores, a los que se les pisotea su dignidad.

Viendo esta realidad, creemos que es urgente desterrar las causas que generan este éxodo, cada vez mayor, de tantos ciudadanos de aquí, y de otras naciones, que perdieron la esperanza de tener un presente y futuro digno en su tierra natal.

Ahí tenemos la corrupción en la Administración Pública, como uno de los elementos que genera la pobreza extrema en la que viven tantas familias, porque los recursos que deberían emplearse para generar empleos, y servicios públicos de calidad, se quedan en los bolsillos de unos pocos, y para ellos no hay consecuencias. Esto crea desesperación en quienes viven en un cúmulo de precariedades, viendo en la migración la única vía que les dejan para subsistir.

Que el Día Internacional del Migrante, que celebramos cada 18 de diciembre, nos lleve a tomar conciencia de este fenómeno social que desgarra el alma.

3 COMENTARIOS