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*  AREÍTO

Periódico Hoy, 30 julio, 2022

Por Bienvenida Polanco Díaz

Como parte de nuestro DH, Diseño Humano, nos ha sido dado el arte de la palabra, una de las seis formas básicas de la creatividad -siendo así que el cine, llamado ‘séptimo arte’, las sintetiza en su esencialidad-. Al manejar con imaginación volitiva la palabra, conducimos esta a través de cuatro grandes formas o géneros: narrativo o épico, discursivo o retórico, dramático o teatral, y el intimista o lírico. A esta última forma suele llamársele simplemente ‘poesía’.

El ‘yo poético’ construye, a partir del acervo lingüístico, un puente –no siempre estético- entre el cantor y quien le escucha, entre quien escribe y el lector. Sorprende con cuánta facilidad olvidamos que los sistemas de letras son relativamente recientes: parte congénita del diseño humano, el arte de la palabra fue primero exclusivamente oral.

Tal como el lenguaje y la creatividad misma, el ‘Yo poético’ es inherente a cada persona. Sin embargo, no es propiedad de todos la capacidad de crear con belleza; es decir, que respecto al arte el punto diferencial es la voluntad de producir en el receptor un efecto que positivamente le eleve.

Se trata de un producto humano que Hegel definió en su ensayo ‘Estética’ de forma maravillosa bajo la triada bondad, belleza, verdad.

Colocados frente a la obra poética de Freddy Bretón nos encontramos con una dilatada gama de temas, desde tramos de contenido social a piezas de extrema profundidad subjetiva y pletóricas de misterio; el valor estético constituye un hilo conductor en todo el conjunto y es posible constatar este aserto en cada uno de sus libros de verso publicados. El primero vio la luz en 1983 bajo el rótulo ‘Sobre la marcha’ título que fue cambiado en la reedición de 1985 por ‘Libro de las huellas’. Posteriormente publicó en 1991 ‘Bandera de algún viento’ y en 1993 ‘Voces del polvo’.

De 2007, el volumen ‘Entre la voz y el fuego’ recoge la poesía anterior. Con esta manejable edición podemos disfrutar cómodamente de piezas con un encanto atemporal como la ‘’Canción de hoy para mañana’’.

Colmado de belleza plástica y una extraordinaria musicalidad interna, este poema iniciaba el libro, sentenciando (‘Porque la juventud es para siempre’): /Ahora es el mañana /Mira si no, los resplandores cómo surgen /Como bandadas se levantan /Multiplicándose en los prismas /Diminutos del rocío/ (…). En ‘’Como la lluvia fina’’ una lúcida delicadeza nos muestra la respetable intimidad presente en muchas de las obras que forman cada álbum: Fuiste para mí la lluvia fina/ Que en silencio empapó mi tierra toda:/ Las dunas de mi alma/ La aridez de un corazón erosionado. / Donde lloraban cardos sonríen flores/ Canta la lluvia donde abrazaban soles. / Huyó la muerte malherida. / Ya no atemoriza el aullido de la hiena. / Arquea la garza su vuelo enternecido. / Canta la noche, revive el día. / La noche se estremece y estalla la alegría. / Yo soy esa tierra empapada, por ti reverdecida/.

‘’El Si’’ de la ordenación sacerdotal –’tan cerca del polvo’- se abre paso, idílico, aún arrastrando toda la crudeza de la realidad a futuro (/No eran los algodones mi destino/ Es la sal para ungir los caminantes/): /Ya voy Señor, feliz te dije un día/ Con ‘si’ que me brotó sobre una alfombra/ Es fácil guerrear desde la sombra/ Hurtándose al abismo en rebeldía/ (…). En ‘’Ahí’’ -Estás tú, quien lo diría/ Soñador que fuiste, empedernido- palpamos con estupor una lúgubre temática humana: (…) /Bajo un ruinoso techo/ De penas imbricadas (…) /Desgraciadamente lúcido /Desesperadamente vivo y abatido /Convulso y solo. /Justo en el epicentro de la náusea.

La sutil crítica contenida en “Aire suave” es al mismo tiempo intención diferenciadora: ‘’Esos mantos que no lo cubren todo…/ Capisayos minados de humedad, /importunos viajeros del pasado. /Esos aires cargados de artificio /-Excesivo el gesto-”. Y es solicitud consciente, desde la propia limitación: /Dame simplicidad como la tuya, /fuerza limpia sin modos afectados (…).

Igualmente, cargada de intencionada voluntad nos presenta el poeta a ‘’Esa muchacha’’. Se trata de una pulcrísima pieza en torno a las motivaciones caracterizadoras de la temprana vocación: Esa muchacha, Señor- / Que tu creaste / Caoba recia que talló /Tu mano diestra /No torcerá el designio /Con que me marcaste /Esa muchacha en flor /-Fragancia indiscutida- /No variará el trayecto /Del pulso en su latido (…) /Pero aspiro a otra flor /De hálito infinito /Y por ella contengo /Mi voz y mis sentidos (…).

En ‘’Caña quebrada’’ el cantor retrata con exquisita gracia la sencillez de un arbusto a fin de exaltar la grandeza de la divinidad.

Lo hace a la manera del místico: /Tendidos ante ti /Como caña que rompió el viento / ¡Qué pequeños! (…). La vida de servicio y el significado de la amistad los comparte el hombre y los canta el poeta a toda voz: ‘’/Señor que de mil partes /vienes para buscarme/ con los pies polvorientos /Sudorosa la frente (…) Señor, ¿de dónde vienes? /Vienes de todas partes (…).

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