Pedro Domínguez

Hace días almorzaba con un amigo, cuando recibió la llamada: “Acaba de morir tu primo… en un accidente, fue impactado por un taxista que iba a gran velocidad”. Al momento de la tragedia, su familiar estaba practicando ciclismo. Era noble, casi terminando su segunda maestría. Guardamos silencio, tristes. Oramos.

En los últimos años, solo en la ciudad de Santiago, conozco de varios ciclistas que perdieron la vida pedaleando en las carreteras por culpa de conductores imprudentes. Eran jóvenes valiosos, gente buena, todos con gran futuro por delante.

Los que viajamos con frecuencia, observamos a ciclistas recorriendo nuestras autopistas y calles, cada uno ejercitando su cuerpo y alma. Participan en diversas modalidades, entre ellas, ciclismo de ruta, pista y montaña; ciclo-cross, BMX, cicloturismo y ciclismo urbano. A lo anterior se agrega que la bicicleta es un excelente medio de transporte: ayuda a la salud, cuida el medio ambiente y resulta más económico.

Es impresionante la unión que tienen esos deportistas. La solidaridad se siente en los momentos de alegría y duelo. Muchos pertenecen a grupos muy bien organizados, con personalidad jurídica. Desde allí coordinan actividades y promueven el desarrollo de las cualidades físicas y morales de sus miembros, en un ambiente de armonía y fraternidad. Son espacios agradables y nobles, que de alguna manera los he vivido.

Habrá más bicisendas en Olavarría” - Está Bueno

En países pobres como el nuestro ser ciclista es un riesgo. Para mejorar,  iniciemos por la educación, concientización y formación de quienes van al volante. Hace años, en un país centroamericano, las autoridades lanzaron una campaña bajo el lema: “Yo respeto al ciclista, también los esperan en casa”. Allí pedían a los  conductores establecer una distancia de 1.5 metros entre el vehículo y el ciclista. Es una idea que podemos asumir con el apoyo de los ministerios de Obras Públicas y de Deportes, los ayuntamientos y  medios de comunicación.

Además, construyamos, bicisendas, que  son  carriles en las vías  públicas exclusivos para bicicletas, reconociendo que algunas alcaldías las han construido, aunque no con el criterio adecuado. De aquí se desprende que los automóviles,  camiones y motocicletas tienen prohibido circular por allí. Del mismo modo, incentivemos una cultura para el uso de las bicicletas y abaratemos sus costos, empezando por la exención de impuestos para bicicletas “populares”.

Que ser ciclista no sea un asunto de vida o muerte, sino de diversión con seguridad. Podemos lograrlo, es un asunto de voluntad. ¡Honor a los ciclistas caídos mientras practicaban su pasión!

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