El poder de una conversación En las sabias pala­bras de Henry Wadsworth Longfellow: “Una sola conversación, con un hombre sabio, es mejor que diez años de lectura de libros”.

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En las sabias pala­bras de Henry Wads­worth Longfellow: “Una sola conversa­ción, con un hombre sabio, es mejor que diez años de lectura de libros”. Durante los diez días que pasé en Paso Bajito, Jarabacoa, he tenido una experien­cia que no se compara con nada. He realizado muchas actividades con la comunidad, co­mo jugar con los niños en la cancha, asistir la misa en la noche y mu­cho más. Sin embargo, una de las cosas que hicieron esos momentos especiales fueron las conversaciones.

Generalmente, estamos ocupados con nuestros móviles y nos perdemos momentos significativos. Tam­bién, olvidamos estar presentes y nos preocupamos por el futuro. En mi opinión, tener conversaciones genuinas es la fuerza motriz que hace a la gente feliz y que puede resolver muchos pro­blemas.

No hay duda de que la tecnología ha avanzado, pero ha creado un problema: somos esclavos de las redes sociales. De acuerdo a un artículo en Forbes.com, 93% de las conversaciones son sin palabras y, en el futuro, es posible que a la generación del mi­lenio le guste hablar por redes sociales, en lugar de hablar frente a frente. Las conversaciones son difíciles de empezar por muchas razones. Primero, es fácil escondernos de­trás de las pantallas de nuestros dispositivos.

También, podemos es­conder nuestras emociones, en la me­di­da en que mostramos otra identidad, cuando no podemos lidiar con nuestros problemas. Cuando vivimos de es­ta manera, creemos ser felices, cuando en rea­lidad, solamente es en el momento. Sin em­bargo, hay solucio­nes fáciles.

De acuerdo con el artículo de PsychCen­tral, para establecer conversaciones reales que tengan conexio­nes significativas, ne­cesitamos crear espacios preciosos, como cuando sales a caminar, no usar el teléfono duran­te las comidas, etc. También, te­nemos que usar nues­tros dispositivos más despacio: necesitamos tomarnos nuestro tiempo cuando responde­mos un email, un texto, che­queamos las redes sociales, o cualquier otro uso de la Internet. Personalmente, creo que lo de espacios preciosos fue fácil en el campo que visité. Du­rante el día, nadie tuvo Wifi, entonces, cuando no trabajábamos en el acueducto, jugábamos con los niños, hablába­mos entre nosotros, con la gente, con nuestras familias etc. Entre estas conversaciones, siento que he aprendido más de lo que hu­biera aprendido en la clase. Yo nunca había experimentado tanta hospitalidad en una persona que quiere hablar conmigo. Mi cultura no se compara con esta.

En mi realidad, en los Estados Unidos, muchas veces no hay tanto interés en conversar como aquí. A la mayoría de los ciuda­danos les gusta su espacio personal: en la casa, caminando, en el autobús, en el tren, en el ambiente del trabajo… lo que los hace parecer cerrados al mundo.

También, les gustan sus dispositivos. Con frecuencia, solo tienen conversaciones cuando quieren y es un poco extraño que in­tenten o traten de em­pezar una conversa­ción.

Un artículo escrito en 2015 de PR News­wire, dice que los americanos pasan 26 minutos, cada día, en­viando mensajes de texto. En total, la gente usa los celulares por 4.9 horas al día (Infór­mate, 2015). Es probable que esos números hayan aumentado des­de ese año, y conti­núen creciendo, hasta que decidamos cambiar los hábitos.

Esos hechos son tristes porque no nos damos cuenta que el acto de hablar es simple, pero poderoso pa­ra nuestra vida. Ha­blar frente a frente con al­guien puede resolver muchos pro­blemas: personales y en el mun­do. La conversa­ción directa tiene mu­cho poder.

 

La autora es

estudiante del programa Encuentro Dominicano de Creighton Universitiy (ILAC).

 

JMJ 2019:

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