ALGO MÁS QUE PSICOLOGÍA

 Isabel Valerio Lora MSc | isabelvlora@gmail.com

“Ciertas imágenes de la infancia se quedan grabadas en el ál­bum de la mente como fotogra­fías, como escenarios a los que, no importa el tiempo que pase, uno siempre vuelve y recuerda”.

Carlos Ruiz Zafón.

El maltrato psicológico infantil consiste en actos no accidentales, verbales o simbólicos, rea­lizados por un progenitor o un cuidador de un niño que provoquen o generen una probabilidad razonable de causar un daño psicológico en el niño. (DSM V, 2013).

Entre los ejemplos de maltrato psicológico infantil cabe citar a­mo­nestar, menospreciar o humi­llar al niño, amenazar, quitarle o hacerle abandonar(o decirle que le van a quitar o hacer abandonar) a personas o cosas que el niño quiere, recluir, convertirlo en chivo expiatorio, obligarlo a autolesionarse y aplicarle una disciplina excesiva.

Maltrato psicológico es un término que se usa, en ocasiones, de manera simultánea a otros términos como maltrato emocional, abuso emocional o abuso psico­lógico, habiendo sido considerado como “la forma más esquiva y dañina de maltrato en la infancia”, representando “el papel central y el factor más destructivo de cualquier forma de maltrato.

Secuelas del maltrato  psico­lógico en niños:

El maltrato  psicológico sufrido en la infancia perturba la formación de los vínculos de apego, lo que interfiere en su capacidad de regulación emocional, gene­ran­do un apego inseguro.

A nivel cognitivo, los niños pueden carecer de creencias posi­tivas sobre  sí y sobre el mundo.  Con el paso de los años, esa   incapacidad para identificar y regular sus propias emociones  influirá en la aparición de problemas internos (depresión, ansie­dad, miedos) y  externos (conductas violentas o desadaptadas).

Son  frecuentes los problemas de rendimiento académico, especialmente la interferencia con la escala intelectual y lingüística. Además de causar problemas de interacción social, que muchas veces le produce aislamiento.

Puede causar deficiencias tanto en el desarrollo del lenguaje como en las capacidades cognitivas además de aumentar la vulnerabilidad frente a los estresores y deteriorar la capacidad de resolución de conflictos (Henry, J. 2007). Estudios han confirmado que la exposición al abuso emocional en la infancia tiene una serie de efectos a largo plazo, que pueden durar hasta la edad adulta, entre los que destacan la depresión, ansiedad, estrés post traumático, baja autoestima, aislamiento y distanciamiento de otras personas, apego inseguro y dificultad para relacionarse

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