El hoy de la Palabra

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El Instituto Nacional de Pastoral (INP), organismo de la Conferencia Episcopal Do­minicana, que agrupa a todos los Vicarios de Pastoral de las Diócesis del país y coordina todo lo relativo a la conducción del Plan Nacional de Pastoral, rea­lizó en la Pon­tificia Universidad Católica Madre y Maes­tra (PUCMM), de Santiago, un conversatorio sobre la Palabra, ya que este es el tema del año, dentro del Plan Nacional de Pasto­ral. Se quiso ver el desa­rrollo de la misma en el ayer, el hoy de nuestra pastoral y ver las perspectivas de futuro que en torno a ella se tienen. La parte del ayer le correspondió al Hno. Pedro Acevedo, de los Her­manos De La Salle, la pers­pectiva de futuro a la Hna. Angela Cabrera, de las Mi­sioneras Dominicas del Ro­sario, y al P. Juan Manuel Camacho, Sacerdote Misio­nero de la Diócesis de Mil­wakee, en San Juan de la Maguana, y a un servidor le correspondió el hoy de la Palabra, que es lo que en esta edición comparto con uste­des.

Lo que vamos viviendo y haciendo hoy en torno a la Palabra comenzó con el do­cumento final de la VI Asamblea Plenaria de la FEBIC, sobre La Palabra de Dios: “Bendición para todas las naciones”. FEBIC son las siglas de la Fe­deración Bíblica Ca­tólica, organismo creado en 1969, por el Papa Pablo VI, para el Apostolado y la Pas­toral Bíblica, y poner al día la Constitución “Dei Verbum”, del Concilio Vaticano II, sobre la divina reve­lación, sobre todo la contenida en las Sagradas Escrituras.

En ese documento final, se dijo: “La misión de la FEBIC es el apostolado bíblico, el ministerio de la Palabra, la “anima­ción” bíblica de la pastoral, para alimentar y nutrir a la Iglesia con lo que es su alma”. Con el término “animación”, comenzó el hoy de la Palabra entre nosotros, pues ya no se trata de que solo en la Iglesia se haga apostolado bíblico, que es repartir biblias a la gente, ni solo pastoral bíblica, que es dar cursos, talleres para saber manejar, leer e interpretar las Escrituras, sino que la Biblia, la Palabra de Dios sea el alma de toda la Pastoral, que todo lo que se vaya a realizar en la Iglesia, tenga como fuente y base la Palabra de Dios contenida en las Sagradas Escrituras.

Donde se tomó más en serio esto fue en nuestra América Latina, el CELAM, a tra­vés del CEBIPAL (Centro Bíblico para América Latina), hoy CEBITEPAL (Cen­tro Bíblico y Teológico para América Lati­na), hizo de este término y de esta perspectiva su insignia de batalla, de ahí que el primer ­documento de envergadura de la Iglesia que habla de la Animación Bíblica de la Pas­toral, es el de la V Conferencia Episcopal Latinoamericana, acaecida en Aparecida, Brasil. En este documento de “Apareci­da”, en su número 248, se dice: “Por esto, la importancia de una “pastoral bí­blica”, entendida como animación bíblica de la pasto­ral, que sea escuela de in­terpretación o conocimiento de la Palabra, de comunión con Jesús u oración con la Palabra, y de evangelización inculturada o de proclamación de la Pala­bra”. Pero lo que consagra este hoy de la Palabra como Animación Bíblica de la Pastoral en la Iglesia, es la Exhortación Apostólica post-sinodal “Verbum Do­mi­ni”, de Benedicto XVI, donde en el número 73, dice: “En este sentido, el Sínodo ha invitado a un particular esfuerzo pastoral para resaltar el puesto central de la Palabra de Dios en la vida eclesial, recomendando incrementar la “pastoral bíblica”, no en yuxtaposición con otras formas de pasto­ral, sino como anima­ción bíblica de toda la pastoral. No se trata, pues, de añadir algún encuentro en la parroquia o la diócesis, sino de lograr que las actividades habituales de las comunidades cristianas, las parroquias, las asociaciones y los movi­mientos, se interesen realmente por el en­cuentro personal con Cristo que se comunica en su Palabra”.

Por esta perspectiva actual es que se enrumba el hoy de la Palabra entre noso­tros, de ahí que culminaba con unas pala­bras del Papa Francisco que en “Evage­lium Gau­dium”, en el número 174, ex­presa este sentir: “Toda la evangeli­zación está fundada sobre la Palabra de Dios, escuchada, meditada, vivida, ­celebrada y testimoniada. Las Sagradas Escrituras son fuente de la evangeliza­ción”.

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