El Cáncer toco a mis padres y otras enfermedades llegaron a la familia 

0
244

 -Carolina García.

En el año 2019 fui diagnosticada de una enfermedad sin causa y sin cura, en ese momento sufrí mucho porque no entendía dónde estaba la protección de Dios.

Siempre había sido allegada al Señor, pero ese año el diagnóstico de cáncer tocó a mi padre, otra enfermedad tocó a mi madre y más tarde también a mi esposo.

Me reservé orar, y cuando lo hacía de manera mecánica no escuchaba nada, no había un sentimiento como en otras ocasiones. En el año 2022 me volví a enfermar, tuve dos cirugías de emergencia para salvar mi vida y me encontraba con una nueva enfermedad crónica sin causa y sin cura que me obligaba a volver a quirófano por tercera vez en menos de dos años.

Me pregunté entonces:¿Dónde estaba Dios? ¿Qué era lo horrible que había hecho que me dejaba en el olvido?

Una tarde tras un anuncio en redes terminé en una misa dirigida por el padre Antonio Villavicencio y la homilía de ese sábado fue:

La tristeza y la melancolía están fuera de la vida mía. Me tocó y decidí quedarme al final para pedirle fecha de confesión a lo que sin conocerme me abrazó y me dijo ahora mismo serán liberados esos pecados y me confesó esa noche…. Me dijo que orara a pesar de mi sentimiento que se lo contará al único que podría cambiarlo.

Y oré,  le dije al Señor que estaba harta de sufrir, harta de pruebas, harta de la manera en la que me cuidaba y que no me importaba, ya no estaba dispuesta a seguir viviendo con más dolor, más medicamentos, más cirugías. Estaba sumida en una profunda depresión y tuve pensamientos de mucho dolor, estaba sobreviviendo, más no viviendo.

En esa misma semana Dios usó a mi esposo y me dijo que encendiera el radio, que viera más allá de mi situación de manera general, que Dios no me había dejado.

Días más tarde en Instagram un amigo decía:  te levantas todas las mañanas por disciplina no por gusto, cuando no puedas orar esto también aplica. Y empecé a orar con más constancia, empecé a escuchar mis alabanzas, empecé a participar en las misas, y aunque no escuchaba nada, en algún momento lo haría porque estaba sumergida en el mundo de Dios, él sabía que lo estaba buscando y en algún momento tendría que responder.

En enero entonces, usó al padre Antonio Villavicencio nuevamente, quien oró por mí, quien intercedió ante la Virgen y mi dolor mejoraba y empezaba a entender que este era mi desierto y debía atravesarlo. Le pedí a mis amigos cercanos que oraran por mi, que oraran por mi salud porque algo me decía que se lo pidiera, Más tarde participé en la charla del señor Saulo Hidalgo quien pidió por un grupo de mujeres orando por su salud y por su fertilidad. Por mis condiciones de salud un embarazo humano tenía una posibilidad científica de un 10% de suceder.

Y en esa oración pasaron dos cosas importantes:

Una hermana del Downtown pidió entrar para interceder en la oración ( ya Dios me había puesto en la mente que pidiera intercesión) ella permaneció de rodillas.

Y al final de la oración el señor Saulo Hidalgo, cuando me disponía a marcharme tomó mi rostro en sus manos y me dió un mensaje: Dios quiere que seas feliz.

Y todo cambió, Dios me respondió a esa oración dura diciendo que estaba harta en la que le ofendí claramente, con palabras dulces diciéndome que él quería que yo fuera feliz.

Me dispuse a buscar todo lo que necesitaba para ir a cirugía, y fijada la fecha para el 16 de febrero 2023 a 8 días el Señor, con la intercesión de María me envió un bebé. Estaba esperando un bebé en un vientre que humanamente era imposible concebir.

El peligro no ha pasado. Científicamente este es un embarazo de alto riesgo, pero mi fe y la paz que me ha soplado el Espíritu Santo me tienen tranquila porque este es su proyecto, y él terminará para bien su obra.

Dios lo hizo, Dios me sanó, me dió soplo de vida en el vientre, y como Job puedo decir que mis oídos lo habían escuchado pero hoy mis ojos lo han visto.

 Parroquia San Juan Pablo II. Bávaro