Celebración

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Muy propio y acorde con el mes de diciembre se nos propone el valor de la “Celebración”, aterrizado en el lema: “la Palabra se hizo carne” (Juan 1, 14). Quizás en nuestro país, diciembre sea un mes más especial que en otros lugares del planeta. Aquí, las “juntaderas” celebrativas, los aguinaldos, las posadas y mañanitas, son frecuentes y muy participativas. Acostumbramos hacer intercambios de regalos, chocolates y comidas abundantes, muy diferentes a las de cada día, aunque con un contenido típicamente dominicano.

Sin embargo, nuestra fe nos lleva a celebrar el espectacular acontecimiento, el verdadero, el que da razón a este hermoso tiempo llamado Navidad. Es el nacimiento de Jesús, el mismo Dios abajándose a nuestra condición humana, la encarnación de Dios como uno de nosotros, como hombre de carne y hueso, con sentimientos, necesidades y padecimientos muy humanos.

Nuestro Dios que decide habitar y caminar entre nosotros; a convivir como uno más de los humanos que habitamos la tierra; como una persona que nos entiende y acepta, intentando siempre motivarnos a una relación amistosa y cercana con Aquel en quien creemos. Dios cercano y empapado de lo nuestro, siendo parte de nuestra historia y guiando nuestros pasos hacia el bien, aunque le seamos infieles muchas veces.

Es la Navidad para celebrar que Dios viene a nosotros y se encarna, nos asume porque nos ama incondicionalmente. Navidad para celebrar que con Él podemos “vivir en el mundo sin ser del mundo”; sin dejarnos deslumbrar por el ruido y las luces que el mismo nos ofrece; sin dejar que nos aparte de la verdad, amor y alegría verdaderas. En fin, celebrar que gracias a Él es posible ser feliz y transmitir felicidad aun con las limitaciones propias de la vida.

Llega la Navidad para compartir y compartirnos entre los que amamos y los que nos rodean, que a veces ignoramos, rechazamos o disminuimos; entre los que teniendo tan cerca, los tra­ta­mos con distancia y olvido; entre los que nos caen “gordos” o soportamos poco; entre los que más necesitan del Dios encarnado y al que decimos conocer, aceptar y amar. Quiera Dios que no solo “llueva café”, sino también “sea Navidad todos los dias”.

¡Feliz Navidad y que Jesús nos fortalezca en su solidario amor para con los demás!

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