Capilla Musical de la Catedral Santiago Apóstol Diez años de canto litúrgico

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Con la Eucaristía celebrada en la parroquia-santuario Divino Niño Jesús, recordamos los diez años de la Capilla Musical de la Catedral Santiago Apóstol, el pasado lunes 10. En la homilía, el padre Carlos Santana nos regaló una pieza de delicada catequesis respecto a la música dentro de la celebración litúrgica, palabras de referencia para motivar estas notas.

Canto es una melodía ejecutada por el primero y más perfecto de los instrumentos, la obra de Dios mismo: La voz humana.

El canto litúrgico, puede ser de voz llana, voces armonizadas o con acompañamiento instrumental, siempre y cuando la voz sea siempre dominante.

Todo toma valor del propósito al cual sirve y de su actitud para ese propósito. Por eso, un canto, si su estilo, composición y ejecución prueban ser adecuados para uso litúrgico, puede ser llamado canto litúrgico.

La música vocal en general es el estilo más correcto de música litúrgica, puesto que ella sola ha sido siempre reconocida como la música propia de la Iglesia; ella sola entra en contacto directo con el significado del texto litúrgico, lo viste con melodía y lo expone al entendimiento del pueblo.

El canto por excelencia en la Iglesia católica para referirse a la música sacra es el gregoriano por las características que el Papa San Pio X enumeró en su “Motu Proprio” (instrucciones del 22 de noviembre de 1903 para la reforma de la música eclesiástica): Verdadero arte, santidad y espiritualidad.

Mientras más una composición se asemeje a la gregoriana en tono, inspiración y la impresión que deja, más se acerca a ser sacra y litúrgica.

El Papa Pío X ha establecido admirablemente la relación entre la liturgia de la Iglesia y la música que ella emplea: “Sirve para aumentar el decoro y esplendor de las ceremonias eclesiásticas”, no como algo accidental que puede o no estar presente, tal como la decoración, las luces, el número de ministros, sino “como una parte integrante de la liturgia solemne”, a tal grado que estas funciones litúrgicas no pueden realizarse si falta el canto. Además, “puesto que el oficio principal de la música sacra es vestir con melodías apropiadas el texto litúrgico presentado para la comprensión del pueblo, así su fin principal es darle mayor peso al texto, de modo que los fieles puedan moverse más fácilmente a la devoción, y disponerse mejor para recibir los frutos de la gracia que fluyen de la celebración de los sagrados misterios” (“Motu Proprio”, I, 1). ( Angelo de Santi. La Música a servicio del culto Católico)”

Gratitud expresa a la Capilla Musical de la Catedral Santiago Apóstol, por estos diez años dedicados a “aumentar el decoro y esplendor” de la palabra manifiesta en las solemnes celebraciones catedralicias.

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