Sacerdotes que regresaron a la casa del Padre en diciembre

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La Iglesia dominicana despide con profundo pesar a tres sacerdotes cuya vida estuvo marcada por la entrega, el servicio y el compromiso con los más necesitados.

El padre Miguel Jáquez fue un sacerdote comprometido con la fe y la justicia social. Ordenado en 1985 en la Diócesis de La Vega. Se distinguió por su cercanía con los fieles y su firme defensa de las comunidades campesinas, especialmente en Cotuí, donde denunció los impactos sociales y ambientales de la explotación minera. En 1987, su entrega fue reconocida por Freddy Beras Goico, quien le otorgó la Medalla de Oro del “Gordo de la Semana”. Su vida y obra permanecen como un ejemplo de coherencia entre el Evangelio y la justicia, inspirando caminos de servicio, verdad y solidaridad con los más pobres.  Falleció el 19 de diciembre.

La partida del padre Ángel Soto, salesiano, ha generado una profunda conmoción en su comunidad. Ante su sentida ausencia, el pueblo se volcó en innumerables muestras de afecto: oraciones, gestos de cercanía, palabras de agradecimiento y un silencio respetuoso que habla del amor sembrado a lo largo de su vida sacerdotal. La Eucaristía de despedida, presidida por monseñor Héctor Rafael, arzobispo de Santiago, fue un momento de honda comunión y esperanza, en el que se elevó una acción de gracias por la vida y el ministerio de un pastor cercano, sencillo y profundamente humano. Falleció el 20 de diciembre 

Eladio Díaz, párroco de la Iglesia San Juan Bautista en el municipio de Pimentel, fue un ejemplo de amor al prójimo y servicio desinteresado. Su ministerio se caracterizó por la cercanía con su comunidad y una dedicación constante a acompañar a los más vulnerables, dejando una huella imborrable en el corazón de su pueblo. Falleció el 22 de diciembre.