Diácono Ysis Estrella Román
María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. (Lc 2,19)
Al comenzar este nuevo año contemplamos a María, Madre de Dios. No la miramos como una figura distante, sino como mujer de fe, madre cercana y compañera de camino. En ella vemos a alguien que, aun sin comprenderlo todo, aprendió a confiar día a día en el plan de Dios, abrazando la misión que el Señor le confió.
El Evangelio nos dice que María “guardaba” y “meditaba” los acontecimientos en su corazón. Ella no vivía superficialmente. Sabía detenerse, hacer silencio, escuchar y mirar la vida desde Dios. Así también nosotros estamos invitados a iniciar este año poniéndolo en las manos del Señor, dejando que su Palabra ilumine nuestros pasos y aprendiendo a mirar nuestra historia con fe.
María es Madre de Dios, pero también es madre nuestra. Nos acompaña, intercede por nosotros, sostiene nuestra esperanza y nos recuerda que Dios no abandona a quienes confían en Él. En sus manos podemos poner nuestras alegrías, preocupaciones, familias, caminos y decisiones.
Al iniciar este nuevo año, pidamos a María que nos enseñe a confiar como ella confió, a escuchar como ella escuchó y a decir “sí” con generosidad a la voluntad de Dios. Que su presencia maternal nos acompañe y su ejemplo nos anime a vivir con esperanza, con fe firme y con corazón abierto al Señor.



