Que la navidad sea el pan nuestro de cada día.
Así hemos cantado en diferentes ambientes esta hermosa composición del poeta dominicano Juan José Ayuso. Sus letras reflejan el sentir que brota de corazones nobles que ven en esta época del año como la ternura, la solidaridad, la comprensión, el perdón y la búsqueda de la paz caminan a nuestro lado.
El Papa Francisco nos ayuda a vivir esta época del año con profundidad cuando nos dijo: Navidad eres tú, cuando decides nacer de nuevo cada día y dejar entrar a Dios en tu alma. El pino de Navidad eres tú, cuando resistes vigoroso a los vientos y dificultades de la vida. Los adornos de Navidad eres tú, cuando tus virtudes son colores que adornan tu vida. La campana de Navidad eres tú, cuando llamas, congregas y buscas unir. La luz de Navidad eres tú, cuando iluminas con tu vida el camino de los demás con la bondad, la paciencia, la alegría y la generosidad. El pesebre de Navidad eres tú, cuando te haces pobre para enriquecer a todos y acoges al Niño Dios en tu corazón. Los ángeles de Navidad eres tú, cuando cantas al mundo un mensaje de paz, de justicia y de amor. Los pastores de Navidad eres tú, cuando llenas tu corazón con aquel que lo tiene todo. La estrella de Navidad eres tú, cuando conduces a alguien al encuentro del Señor.
Los reyes magos eres tú, cuando das lo mejor que tienes, sin importar a quien. La vela de Navidad eres tú, cuando decides iluminar. La música de Navidad eres tú, cuando conquistas la armonía dentro de ti. El regalo de Navidad eres tú, cuando eres de verdad amigo y hermano de todo ser humano. La tarjeta de Navidad eres tú, cuando la bondad está escrita en tus manos.
La felicitación de Navidad eres tú, cuando perdonas y restableces la paz, aún cuando sufras.
La Misa de Navidad eres tú, cuando te haces alabanza, ofrenda y comunión. La cena de Navidad eres tú, cuando sacias de pan y de esperanza al pobre que está a tu lado. La fiesta de Navidad eres tú, cuando dejas el luto y te vistes de gala.
Tú eres, sí, la noche feliz de Navidad, cuando humilde y consciente, recibes en el silencio de la noche al Salvador del mundo sin ruidos ni gran aparatosidad, tu sonrisa de confianza y de ternura en la contemplación interior de una Navidad perenne que establece el reino dentro de ti.
Felicidades pueblo dominicano. Recordemos que nuestro país, hoy más que ayer, necesita vivir la navidad en su sentido verdadero.




