Despierta el sol sobre el Caribe, pintando de oro los pasos tempraneros y la esperanza que se levanta entre los montes. Tierra de afanes y de manos que crean, donde el sudor se vuelve canto y el trabajo poesía.

El arte florece con el alba, como un tambor que saluda al día, como un pincel maestro que dibuja libertad en los arreboles primigenios del aire. Entre brisas de distancias y palmas que danzan,

la paz se levanta con el sol, suave, eterna y luminosa.

En la extensión plural de este mar, cada aurora es promesa, cada rostro y raza, un horizonte.

El Caribe despierta, y con él, la fuerza serena de pueblos que viven, aman y sueñan.