Juan Guzmán

No se trata solo de encuadrar, enfocar o disparar. Se trata de escuchar la naturaleza, de percibir su ritmo y respetar su espacio. El fotógrafo – ambientalista no “toma” la fotografía: la recibe.

En ese instante, la naturaleza deja de ser un paisaje y se convierte en un sujeto vivo, con historia, fragilidad y fuerza. Cada imagen nace de una relación silenciosa, basada en el cuidado, observación, paciencia y conciencia de que lo que se observa merece ser protegido, respetado, puesto en su justo valor.

Fotografiar la naturaleza es un acto de amor y responsabilidad, que trae consigo tal grado de conocimiento y respeto, como para transformarnos en sus defensores.