En los últimos tiempos la Iglesia católica ha sido zarandeada de aquí para allá con muchas cosas, algunas escandalosas, que hacen soñar a muchos enemigos de esta institución milenaria, que su fin o caducidad está ya próximo, y muchos colaboran para que esto pase y aúpan acontecimientos y hechos para que tal moción se sienta en el mundo interconectado y digital de hoy.
Realidades como la pederastia, sobre todo en clérigos y personalidades que ocupan posiciones, que desde la óptica del mundo se ven como muy relevantes en el universo eclesiástico, han puesto en entredicho el caudal moral que la misma tiene, vive predicando y exigiendo al mundo de hoy.
Esto hace que haya que hacer cierta profilaxis institucional que lleve a sacar toda esa basura que se ha metido a la Iglesia y que hay que expulsar. Pero crea desconcierto en muchos y renuncian a seguir siendo parte de una Institución que debió desde hace tiempo hacer algo al respecto, aunque ahora ya lo esté haciendo.
La situación vocacional es otra circunstancia que alarma, son bastantes los sacerdotes y religiosas que han abandonado su vocación, y algunos hasta la misma fe y pertenencia a la Iglesia, con el agravante de que la juventud, que también se ha alejado de la Iglesia y por lo tanto no se motiva a emprender o no le llama la atención dar su vida a través de la vocación sacerdotal o a la vida religiosa. Súmele a ello, sobre todo en América Latina, la gente que ha pasado a formar parte de las innumerables sectas que se han desprendido tanto de la misma Iglesia católica, como de las Iglesias protestantes, en las últimas décadas.
Para nadie es un secreto cómo el porcentaje de los que se decían católicos, tanto en Europa como en Latinoamérica, ha descendido y sigue descendiendo cada año, y cómo las ideologías se han ido adentrando en el seno eclesial, con miembros que quieren que la Iglesia avance a ritmo de supermán y otros que vuelva para atrás a ritmo de tortuga, con ideas de involución que hagan regresar las prácticas religiosas anteriores al concilio Vaticano II.
Todo esto hace que la Iglesia Católica esté o vaya perdiendo peso social en nuestros días y en el mundo de hoy, pues no se le ve como se le miraba antes, y se le escucha menos en los círculos socio-políticos, donde ella tenía no solo voz y voto, sino incluso poder de decisión.
Para muchos esto es preocupante, y piensan y luchan para que la Iglesia vuelva a tener ese papel, recupere su puesto y su peso, pero lo que pasó se fue y no vuelve más. Podría pensarse que esto es negativo, es fracaso y pérdida, pero en términos kairológicos o tiempo de Dios no es así.
Muchas veces, los medios que surcan los cielos, que vuelan, para poder emprender de nuevo su vuelo tienen que perder peso, dejar muchas cosas atrás, arrojar lo que de lastre hay en ellas, para así poder de nuevo surcar el azul inmenso.
La Iglesia Católica está llamada por Cristo a volar alto y por lo tanto hay mucho que dejar, hay una serie de cosas y de personas de las cuales lamentablemente, hay que prescindir. Entonces estamos en la presencia de una ganancia, una nueva visión de cómo ser Iglesia y cómo vivir en ella, pero eso no lo decidiremos nosotros, nos lo suscitará el Espíritu, que en su simbolismo como paloma-ave vuela alto y nos invita a hacer lo mismo.




