No se puede separar la fe del amor por los pobres. Así lo expresa el Papa León XIV en su primera Exhortación Apostólica Dilexi te, Te he amado. En ella denuncia la economía que mata, la falta de equidad, la violencia contra las mujeres, la desnutrición y la emergencia educativa.
Nos habla de los rostros de la pobreza que vemos en los que no tienen medios de sustento material. El que está marginado socialmente y no tiene instrumentos para dar voz a su dignidad y a sus capacidades.
También de la pobreza, moral, espiritual, cultural y del que no tiene derechos, ni espacio, ni libertad.
Cuestiona el argumento de los dicen que el mundo moderno redujo la pobreza, utilizando criterios de otras épocas no comparables con la realidad.
Trata el tema doloroso de la cultura del descarte, que tolera con indiferencia que millones de personas mueren de hambre y sobreviven en condiciones indignas del ser humano.
Nos dice: Las estructuras de injusticia deben ser reconocidas y destruidas con la fuerza del bien, a través de un cambio de mentalidad, pero también con la ayuda de las ciencias y de la técnica, mediante el desarrollo de políticas eficaces en la transformación de la sociedad.
Sobre la violencia contra las mujeres, expresa: Si bien en algunos países se observan cambios importantes, la organización de las sociedades en todo el mundo todavía está lejos de reflejar con claridad que las mujeres tienen exactamente la misma dignidad e idénticos derechos que los varones. Se afirma algo con las palabras, pero las decisiones y la realidad gritan otro mensaje, sobre todo si pensamos en las mujeres más pobres.
Esta parte de su Exhortación Apostólica, refleja la realidad que vivimos en el país, donde se ha desatado una cacería contra las mujeres. Los feminicidios ensombrecen la paz ciudadana, dejando una estela de horror en tantas familias devastadas para siempre.
Esperamos que esta Exhortación encuentre eco en todos los sectores de la vida nacional. Su contenido nos ayudará a ser mejores personas.