Inquietudes, Serrat y un servidor 

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Imagino que somos millones los que actualmente nadamos en mares de incertidumbre con relación a lo que ocurre en el mundo, sin saber si observamos involuciones, revoluciones, inmadurez colectiva, cobardes silencios, voces iracundas, naciones unidas fragmentadas, fanatismos trasnochados o barbaries impensables en pleno siglo XXI. Es un rompecabezas difícil de descifrar.

Nuestras convicciones dejan de ser estatuas o fósiles y, sin perder la buena fe, más que debilitarse, van en proceso de transformación, aumento y crítica, a veces todo entrelazado, anhelando nuevos horizontes que nos permitan pensar que hacemos lo correcto y que nuestra conciencia está en paz. ¡Que Dios me guíe!

Ideas y personas nos decepcionan luego de tenerlas en un pedestal. Les descubrimos a lo inmaterial y a lo físico cicatrices en su esencia, sin negar que podemos equivocarnos. A cosmovisiones y líderes los aborrecemos hasta que encontramos en ellos algo admirable, y, en un santiamén, el escenario se torna distinto.

En mi caso, el genocidio en Gaza fue el detonante, lo que abrió y sacudió mi ser para ver lo que me rodea desde otras perspectivas, concentradas todas en el comportamiento humano. Es triste para un servidor ya dudar sobre si nuestra especie tiene más luces que sombras, lo que siempre he defendido con ahínco.

Eso atormenta y las interrogantes abruman. ¿Qué es lo digno en un momento dado? ¿Quiénes son culpables de mentiras, guerras, masacres, destrucciones, irrespeto a la autodeterminación de los pueblos? ¿Dónde está la verdad y quién la determina y la expone en los medios de comunicación? ¿En qué o quién podemos creer?

Y continuamos. ¿Qué busco, qué quiero? ¿Cuál es nuestro rol en la sociedad? ¿Qué tipo de ideología y de liderazgo debemos seguir? ¿Cuáles deben ser nuestras prioridades? ¿Cumplimos con nuestras responsabilidades? ¿Quiénes somos para estar juzgando las conductas de los demás? Y mientras más conscientes somos de nuestras debilidades, más preguntas sin respuestas aparecen.

El pasado 24 de septiembre, Joan Manuel Serrat, al recibir en España el Premio Cortes de la Libertad, pronunció un discurso que lo hago propio, pues se relaciona con mis inquietudes. Entre otros aspectos señaló su descontento con el mundo actual, calificándolo de hostil, contaminado, injusto e insolidario; llamó a la tolerancia y al diálogo como la única forma de resolver los asuntos de manera justa; dijo que las posiciones de los representantes actuales no ayudan al sistema democrático; y denunció la masacre que sufre el pueblo palestino, exigiendo unánimes y contundentes respuestas de los gobiernos mundiales. La posición del extraordinario cantautor me anima a concluir que somos muchos los preocupados por lo que sucede en el Planeta. ¿Qué opina usted al respecto? ¿O acaso le es indiferente?