(Sal 119,105)
-Diácono Ysis Estrella
El salmista nos regala una imagen sencilla y profunda: la Palabra de Dios como lámpara y luz. En tiempos de oscuridad o de confusión, necesitamos un resplandor que oriente nuestros pasos. Esa luz no es solo para momentos extraordinarios, sino para el camino de cada día: decisiones pequeñas, encuentros cotidianos, búsquedas personales. Quien deja que la Biblia ilumine su interior descubre la voz de un Dios cercano que acompaña, corrige y consuela.
En la familia, la Palabra se convierte en punto de encuentro. Leer juntos un pasaje del Evangelio, rezar con los salmos, compartir lo que nos dice el Señor, crea un hogar cimentado en la fe. Así, la Biblia deja de ser un libro en el estante para transformarse en alimento de unidad, perdón y esperanza.
También, la vida social se ve alcanzada por esta luz. La Palabra inspira justicia, solidaridad y respeto por la dignidad de cada persona. Si permitimos que guíe nuestras relaciones comunitarias, ella nos llama a cuidar la creación, a defender la vida y a trabajar por la paz.
En este mes de septiembre, la Iglesia nos invita a redescubrir la Biblia como un tesoro vivo. Abrir sus páginas es dejar que Cristo mismo nos hable, porque Él es la Palabra hecha carne. Que podamos caminar cada día con la lámpara encendida de la Palabra, siendo luz para nuestras familias y para nuestro pueblo