Por: José Jordi Veras Rodríguez.
En artículos anteriormente hemos establecido que una sociedad es desarrollada y habla de sus habitantes, en la manera en cómo cuidan a sus envejecientes, personas con situaciones especiales, los animales y los menores de edad. Y en la mayoría de ellas, nuestro país no anda bien.
Seguimos viendo las cifras alarmantes respecto a afectaciones para con ellos, no son solamente las desapariciones o las cifras de menores embarazadas, sino, la cantidad de ellos que están siendo violentados y maltratados por quienes se suponen deben ser su guarda y cuidado, los propios padres o familiares más cercanos. Ahí tenemos el caso de la niña de siete años que residía en los Guandules, en el Distrito Nacional, que fue asesinada y torturada por su propia tía y su pareja. Algo como para cualquier persona sentir impotencia ante un hecho de esta naturaleza.
Lo peor es que el Centro de Atención Integral a la Primera Infancia (Caipi), perteneciente al Inaipi, fue alertada por la situación de la menor, pero las alertas no fueron encendidas. Esto da un mayor coraje y nos hace pensar que en nuestras instituciones que están llamadas atender cuando las denuncias son puestas, porque la mayor parte de las veces no se ofrece una segunda oportunidad.
Esto recoge el periódico El Caribe, sobre esta terrible noticia: “La información permaneció en el sistema por aproximadamente tres semanas antes del fallecimiento de la niña. La funcionaria del Caipi confirmó que el reporte se clasificó como de “emergencia”, pero no se tomaron medidas inmediatas para proteger a la víctima”. Por una mala disposición e irresponsabilidad, esta niña no está hoy con vida.
Estamos viviendo tiempos que han sido descritos por las Escrituras en que entre padres e hijos, hijos contra padres, hermanos, en fin, hoy tenemos momentos muy difíciles, no solamente aquí, sino mundial.
La semana pasada se dio a conocer unas estadísticas que están para pensárselas y lo recoge el Listín Diario, cuando expresa: “Entre 2020 y 2024, al menos 41 adolescentes menores de 14 años fallecieron a manos de familiares y conocidos, conforme al Compendio de Estadísticas de Mujeres Fallecidas en condiciones de Violencia, de ese mismo período de la Oficina Nacional de Estadística (ONE)”. Asimismo, indica, lo siguiente: “Entre los victimarios también figuran los padres, con total de 9 víctimas; las madres con 8 muertes; 7 niñas murieron a manos de conocidos”.
Son cifras, como las indicadas más arriba, que nos muestran una realidad que se ha convertido en algo preocupante. Porque en cuántos casos se han dado que la denuncia es colocada pero nada se hace o hemos llegado asumir que en los menores de edad, la violencia está justificada para dizque darle escarmientos o supuesta disciplina. Cuando en realidad, es el grado de violencia al que hemos llegado como sociedad.
Sin contar con este otro aspecto, que también es una forma de abuso y violencia en contra, en este caso, de nuestras menores, cuando se indica, lo siguiente: “A todo esto, le incluimos de forma somera el dato sobre las menores de edad que resultan embarazadas, en el año 2021, en la República Dominicana se registraron “20,529 embarazos de adolescentes entre los 11 y 19 años, según los datos del documento República Dominicana: Estadísticas Vitales 2021, de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE). De manera detallada, se registraron 86 nacimientos de niñas entre 11 a 13 años; 1,609 para las de 14 y 15 años, y 5,959 para las de 16 y 17 años, y ya para muchachas en la mayoría de edad legal, 18 y 19 años los nacimientos fueron 12,885”.
Debemos revisarnos como sociedad, porque el accionar y conducta contra nuestros menores no se está correspondiendo con su seguridad y cuidado, sino todo lo contrario, y las autoridades deben hacerse conscientes de todo ello.