Por: José Jordi Veras Rodríguez.

Hace unas semanas, vimos en los diarios digitales, está información:La tragedia alcanzó su punto más desgarrador la noche del sábado pasado, cuando falleció Willy Beltré, un joven padre de 25 años que se convirtió en héroe al arriesgar su vida para salvar a sus hijos durante un voraz incendio que redujo a cenizas su vivienda en el sector El Semillero 2, en el distrito municipal Santiago Oeste”.

Luego de varios días que le estuvimos dando seguimiento al caso, vimos la otra información también lamentable: “Tras varios días internada en la unidad de quemados del hospital doctor Ney Arias Lora, de Santo Domingo, falleció la joven madre de 18 años tras sufrir quemaduras de segundo y tercer grado, mientras trataba de salvar sus dos hijos en un incendio que redujo a cenizas su vivienda en Cienfuegos, de aquí, hace varios días”.

Les soy sincero, ambas situaciones nos llegaron al alma, porque hoy día, hay dos niños que han quedado sin padres, y quizás no puedan imaginar ahora, el gran sacrificio de su padre por salvarlos a ellos y su madre. 

El hecho de pensar, que por falta en el Cibao de una Unidad de Quemados para adultos en el ámbito público, tengan que seguir ocurriendo hechos de esta naturaleza, en el que una vida puede ser salvada y que por falta de que el Estado no ha querido asumir desde hace años la construcción de una dependencia de esta naturaleza. Nos deja saber qué tanta iniquidad se tiene para la salud pública en este país y que tanto trabajo da para conseguir ciertas facilidades que sin muchos recursos puede resolverse las necesidades que posee nuestra gente.

Aquí se gasta mucho dinero en otros conceptos que no tienen la prioridad ni el valor, como lo es aquellas en que se destinare para salud y educación, para exponer dos renglones fundamentales en una nación.

Hoy, no podemos contar con un padre, que ante su gente más cercana y ante los ojos de Dios, quedará como ese héroe que logró salvar la vida de sus hijos y que lamentablemente, no pudo sobrevivir al tiempo, la madre y esposa.

Pensamos, en que Willy puede tener la edad de muchos de nuestros hijos, y que la falta de oportunidades los llevan a criar niños desde temprana edad y ya tienen que asumir responsabilidades que son de adultos.

Además, pensar, como Willy con su joven edad de 25 años, haya perdido la vida, buscando salvar la de sus pequeños y que su cuerpo no pudiera resistir porque tampoco donde estaba recluido, le podían ofrecer más allá de los cuidados que le habían ofrecido y porque no es un centro especializado como el Ney Arias Lora, que es el único con el que contamos.

Aquí siempre tienen que aparecer mujeres y hombres, que desprendidos de todo, puedan dedicar su tiempo y recursos, sacrificios de todo tipo, para suplir lo que se supone el Estado está llamado a poner su mano o estar presente en un gran porcentaje.  Es por esto, que vemos dignos y valientes ejemplos como el Voluntariado de Jesús con los Niños, y los hechos nos han mostrado todos estos años, su gran labor en el Cibao. Que todo cuanto han conseguido para niñas y niños de escasos recursos, ha sido por su entereza y el buen corazón de muchos otros.

Pero, el Estado, no puede a través de sus distintos gobiernos, esperar que sean siempre las manos de voluntarios los que con recursos limitados hagan la labor que corresponde a la entidad pública.

Ojalá que casos como el de Willy Beltré, no sigan ocurriendo en esta parte del Cibao por falta de una Unidad de Quemados.  Y que la salud pública, sea más digna y útil, para quienes son parte de la mayoría del pueblo dominicano.

La comunidad de Cienfuegos, recordará a Willy como un héroe, que murió por falta de atención especializada y por pertenecer a esa parte de la población mayoritaria, que aún hoy no tiene garantizada una salud digna y oportuna.