Padre Jimmy 

En la región de Apulia, al sureste de Italia, se encuentra Monte Sant’Angelo, una ciudad en el macizo del Gargano que alberga uno de los santuarios más importantes del mundo católico dedicado a San Miguel Arcángel. A 856 metros sobre el nivel del mar, esta “basílica celestial” se sitúa en la “espuela” de la famosa “bota” italiana. Se puede llegar desde San Giovanni Rotondo o por una ruta más larga con paisajes impresionantes y vistas al Adriático.

La historia del santuario está marcada por cuatro apariciones del arcángel, que lo convirtieron en un centro de peregrinación desde tiempos antiguos. A lo largo de los siglos, ha acogido a santos, papas, emperadores y millones de fieles.

Primera aparición – Toro perdido (490 d.C.)

Un rico terrateniente intentó matar a un toro que se había arrodillado frente a una gruta, pero la flecha lo hirió a él mismo. El obispo de Siponto, San Lorenzo Maiorano, ordenó tres días de oración. Al atardecer del 8 de mayo, San Miguel se apareció diciendo:

“Yo soy el Arcángel Miguel… Esta gruta me pertenece… Donde se abre la roca, los pecados serán perdonados…”

El obispo, temeroso, dudó en obedecer. Pero el mensaje ya había quedado grabado en el corazón del pueblo.

Segunda aparición – La victoria (492 d.C.)

Ante un ataque de los godos, el obispo convocó ayuno y oración. San Miguel prometió la victoria. El 29 de septiembre, durante tormentas y temblores, los ciudadanos vencieron milagrosamente. Desde entonces, esta fecha quedó unida a la celebración litúrgica del arcángel, protector de los ejércitos celestiales.

Tercera aparición – La dedicación (493 d.C.)

El 8 de mayo siguiente, el obispo y el pueblo subieron al monte. Al llegar, escucharon cantos celestiales, pero no se atrevieron a entrar. San Miguel declaró:

“No necesitas consagrar la gruta. Yo mismo la he santificado…”

El lugar fue reconocido oficialmente como sagrado. Es la única iglesia no consagrada por manos humanas, y desde entonces se le conoce como la “Basílica Celestial”, señal de la presencia directa del cielo en la tierra.

Cuarta aparición – La peste (1656)

Durante una epidemia en el sur de Italia, San Miguel dijo:

“Todos los que toquen las piedras de mi gruta, sanarán. Bendícelas, graba en ellas la cruz y mi nombre.”

Así ocurrió. Las piedras benditas fueron distribuidas y muchos sanaron. Aún hoy, fieles de todo el mundo solicitan estas piedras como signo de sanación, fe y protección.

Monte Sant’Angelo hoy

Con el paso del tiempo, una ciudad creció alrededor del santuario. Muchos creen que su origen no fue sólo humano, sino providencial. En 1995, llegaron los padres Miguelitas para colaborar con los benedictinos. Desde 1996, la Congregación de San Miguel Arcángel cuida del santuario, atendiendo espiritualmente a miles de peregrinos cada año.

Hoy se celebran misas diarias en la gruta, se dedican horas al sacramento de la reconciliación, se realizan exorcismos y otras obras de misericordia. El lugar sigue siendo un faro de fe, donde el cielo parece tocar la tierra.

San Miguel Arcángel, que elegiste a Dios desde el principio y cumpliste fielmente su voluntad, intercede por mí. Que, al comenzar este día, siguiendo tu ejemplo y guiado por el Espíritu Santo, cumpla con amor la voluntad de Dios. ¡Quién como Dios!