Realidades y extractos
Por: José Jordi Veras Rodríguez.
Hace unos días, en una entrevista que sostuvimos con un gran amigo, Julio Villalona, sobre lo que había sido su vida y nos interesaba conocer su testimonio, porque ya lo había dado a conocer por otras vías, o sea, que no era algo confidencial ni privado.
Y por la misma razón que nos motivó a realizar aquel encuentro, es lo que nos mueve a dar a conocerlo por esta vía, como una manera de que podamos comprender y entender, que todo ser humano, tiene luces y sombras, y lo que al final de la existencia de cada uno de nosotros, es si permitimos que las luces dominen por encima de las sombras, y lo hacemos desde el corazón.
El caso de mi querido amigo, es y debe ser un ejemplo de que el buen deseo y haber sido tocado por Dios, cambia muchas cosas de tu vida. Habiendo llegado a EEUU muy niño, para vivir con su papá a quien no veía desde años fue la parte más difícil. Teniendo que ir a las calles luego de que fuera sacado de su casa por su padre por un comportamiento de indisciplinado, comenzó a vivir en las calles de New York y a tener junta de amigos que al final lo llevarían a la cárcel.
Ya una vez en prisión por asuntos de drogas, permanece en ella por cerca de tres a cuatro años cuando cumpliendo mayoría de edad, sería deportado hacia nuestro país.
En prisión, tuvo una de esas experiencias que solamente quien las vive puede saber que existieron y en qué manera le cambió la vida. Se encontraba en una solitaria a modo de castigo por su comportamiento. Y estando ahí, una noche ve a un cura que rondaba los pasillos y él procede a llamarlo, solamente para hacerle una maldad una vez se acercara a su celda tomándolo de las manos. Al llegar el sacerdote, tal cual como lo describe Julio, intentó tomarle de las manos para halarle las mismas, sin embargo, cuenta que sintió un calor extremo como nunca en su vida había sentido.
Mientras tenía las manos sostenidas, el cura le preguntaba que si tenía alguien que se preocupara por él y que se quería orar, pero Julio, se negaba a todo y diciéndole que no había nadie que pudiera preocuparse por él. De repente, el párroco comenzó hablar en un lenguaje que no era ni español ni tampoco inglés, pero Julio sentía aún mayor calor al momento en que oraba. Lo que recuerda, es que una vez soltó al religioso cayó al piso hasta el otro día cuando despertó pero totalmente sin saber cuántas horas habían pasado y si era de día o de noche, porque al ser solitaria, la luz del Sol no entra.
Al despertar, vio a un guardia al cual le preguntó por el cura, y éste le respondió que ahí nunca ha habido un sacerdote ni nadie más puede entrar a la solitaria que no sean ellos como seguridad.
Al otro día, se enteraba que su padre había pagado todo para que saliera y fuera finalmente deportado hacia acá. Una vez llegado al país, cuenta las adversidades que tuvo que pasar una vez aquí. Y siempre nos dice que lo peor, es perder tu libertad.
Ya fuera de lo sucedido con su deportación, comenzó a buscar trabajo y logró insertarse en algunos que le facilitaban el saber otro idioma, además del español, es ahí que consigue trabajar en la empresa actual donde tiene más veinte años en la misma. Ha logrado hasta el momento lo que se prometió un día, habiendo salido de prisión, que nunca volvería a cometer un hecho que lo privara de libertad.
Hace poco, buscando una visa para ir a ver a su hermano que moría de cáncer, esperaba le concedieran una especial para solamente entrar y salir para ir a visitarlo al hospital, ya que por su condición nunca había vuelto a EEUU.
Luego de un tiempo, su hermano falleció y varios días después le llegaba la visa, pero se la otorgaban de forma permanente. Había logrado lo imposible, que a pesar de su historial, había recibido esto como una gracia de Dios, como una reivindicación.
Había logrado, Julio, superar sus demonios, sus sombras, y había permitido que sus luces fueran las que se impusieran por encima de las que le habían llevado en el pasado, a caminos muy oscuros.
Nota: Este encuentro se encuentro completo en nuestro canal de youtube.