“De los que son como ellos es el Reino de los Cielos” (Mt 19, 14)

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-Miguel Gullón

Mi amigo José Antonio Solórzano me aconseja contar todo lo bueno que acontece, aún sabiendo de las tinieblas que opacan la bella creación de Dios. Cuando sale el arcoíris en el cielo provoca una sonrisa compartida que anima a mirar más allá, al horizonte de la ternura y la esperanza. 

Así como los profetas denunciaron las injusticias de entonces, también supieron elevar el corazón de quienes acompañaban, guiados por la utopía de la justicia y la paz. En el camino de la vida, cercado por los intereses materiales, se entrelazan las manos de quienes han descubierto el sentido de su existencia que mana en la fuente de la gratuidad.

Inspira encontrarme con cinco hermanitos que viven en la casa debajo del arcoíris en Villa Guerrero. La puerta siempre está abierta y saludan con la más entrañable de las sonrisas. El hermano mayor, Luis Ángel, de 16 años, cocina en el fogón detrás de la casa unos huevos con yuca, hasta que su mamá María llega del mercado donde se pasa el día vendiendo víveres. Con la expresión dominicana: “a buen tiempo”, invitan a sentarse para compartir silencios, palabras y miradas cómplices de felicidad. De pronto vuelven a elevar sus “chichiguas” en el cielo que a todos pertenece. En la noche se turnan para permanecer en vela, por si viene la camiona de la migra y así salir corriendo a esconderse en la caña, pues, aunque los niños han nacido aquí, su mamá no tiene documentos.

En ese mismo lugar crecieron varias flores de dignidad, hace unos años cuando las familias, mientras estaban en la Fiscalía, convocadas como invasoras, regresaron rápido e impidieron que el tractor de la compañía tumbara las casas, con la complicidad confesa del fiscal. A destacar que a inicio de este año llegaron por segunda vez los profesores Fr. David Orique, Terry McGoldrick y Robert James Camp, de la Universidad “Providence College” de Estados Unidos, para enseñar a construir baños con un moderno sistema higiénico y ecológico. Ellos comentan cómo es una cuestión de dignidad poder acceder a un sanitario, pues antes era la caña que circunda el peligroso lugar que se utilizaba.

Inspira escuchar a unos niños la expresión “no hay que rendirse”, en la capilla San Martín de Porres, de Los Botados, al comentar el Evangelio de Lc 5, 1-11: a su modo y entre risas tímidas descubren la sabiduría del consejo de Jesús: “rema mar adentro”. Y lo viven desde la fe más genuina compartida en la familia. 

A resaltar que un grupito de niños de esta comunidad rural reflexiona con su mamá Maribel, el evangelio de cada día y envían el escrito al programa matutino “La Palabra de Dios hoy”, de Radio Seybo. Cuenta Maribel que cuando no pueden enviar la carta se sienten desanimados y como que les faltara algo durante el día.

Inspiran los niños y niñas del Colegio Virgen de Atocha de Madrid que, junto a la comunidad educativa y familiares, orientados por Belén de Selvas Amazónicas, realizan desde hace varios años, originales campañas solidarias con el objetivo de adquirir los equipos médicos del banco de sangre, sonógrafo, pediatría y laboratorio de análisis clínicos para el Centro de Salud “Fr. Luis Oregui”, en El Seibo. 

Este hermanamiento anima a seguir soñando en ofrecer las mejores prácticas de salud. En la misma sintonía colaboran los niños de la parroquia de Colunga, llevando su lucha para en Navidad, regalar juguetes a los niños de Villa Guerrero.

Es más lo bueno que nos rodea, sólo es preciso abrir los ojos del corazón para contemplarlo, como dice el papa Francisco en la Bula de convocación del Jubileo Ordinario del año 2025 “La esperanza no defrauda” (nº 7): “es necesario poner atención a todo lo bueno que hay en el mundo para no caer en la tentación de considerarnos superados por el mal y la violencia. En este sentido, los signos de los tiempos, que contienen el anhelo del corazón humano, necesitado de la presencia salvífica de Dios, requieren ser transformados en signos de esperanza”.