Editorial
Las enfermedades aparecen en cualquier etapa de la vida, pero son más frecuentes cuando comenzamos a contar los años por decenas. En ese momento, necesitamos más la solidaridad de quienes están a nuestro lado.
El papa Francisco aborda esta realidad en su mensaje con motivo de la 23 Jornada Mundial del Enfermo, que celebraremos el próximo 11 de este mes. Nos expresa: “¿Cómo permanecer fuertes cuando sufrimos en carne propia enfermedades graves, invalidantes, que quizás requieren tratamientos cuyos costos van más allá de nuestras posibilidades?…”
Por esta situación están atravesando miles de dominicanos que, ante la enfermedad, se sienten abandonados, huérfanos de servicios médicos a su alcance. ¡Cuántas escenas dolorosas y desgarradoras hemos presenciado en personas que buscan ayuda para comprar la receta que les han indicado, y no pueden adquirirla! Este hecho agrava su enfermedad, haciéndolos más vulnerables. En ese instante sienten la angustia de estar en una sociedad que los excluye, acelerando su muerte.
También se da el caso de hijos que abandonan a sus progenitores, no brindándoles el cuidado necesario en los momentos de dolor, olvidando que ahí necesitan más cariño, dedicación y comprensión.
Al celebrar la Jornada Mundial del Enfermo, enviamos nuestro reconocimiento a los médicos y enfermeras, y todo el personal de salud, quienes han comprendido que, al tratar a los enfermos con una verdadera vocación de servicio, hacen realidad el amor que los llena de satisfacción y realización plena como seres humanos. Teniendo presente que amar es entregarse, olvidándose de sí.
Hacemos un llamado a las autoridades de salud para que cada día nuestros hospitales y otros centros, estén mejor equipados, sobre todo aquellos ubicados en los pueblos más olvidados.
Llegó la hora de entender que los más pobres merecen recibir los servicios de salud con eficiencia. Esta es una parte fundamental de los derechos humanos.