5. Las dos bases de la vida social (Texto de Bronislao Markiewicz, presbítero, educador)

0
10

Padre Jimmy

El 30 de enero, los Miguelitas celebramos el día de la memoria litúrgica de nuestro fundador, el Beato Bronislao Markiewicz, y todos los religiosos celebramos el 2 de febrero, Día de la Vida Consagrada. Entre tantos, el Padre Markiewicz, al igual que San Juan Bosco, dedicó su vida al cuidado y la educación de los niños y jóvenes abandonados. En su obra Templanza y Trabajo, nos recuerda que la verdadera paz y felicidad provienen del sacrificio, el trabajo y la templanza, entendida como moderación. Estos son valores esenciales tanto para la vida cristiana como para el bienestar social. Hoy, más que nunca, su mensaje es relevante, recordándonos que la vida se construye sobre el servicio, el esfuerzo y la virtud.

El mundo se está desmoronando porque se han olvidado dos pilares esenciales para la vida social: el trabajo y la templanza. Hoy en día, se ha puesto un énfasis excesivo en la educación intelectual y el conocimiento, mientras que se ha relegado a un segundo plano el valor del trabajo y la mortificación. Nuestro Creador nos ordena trabajar con el sudor de nuestra frente y vivir con moderación, pues la falta de estas virtudes no solo nos aleja del pan material, sino también de la salvación eterna.

La enseñanza de Cristo es clara: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. El sacrificio no es solo para Cristo, sino también para todos sus seguidores. La vida cristiana implica una constante lucha, sacrificio y dedicación al servicio de Dios. La templanza y el trabajo son esenciales para mantenerse firmes en esa lucha, controlando nuestros impulsos y deseos, como un jinete controla a su caballo.

Cristo mismo nos da el ejemplo: trabajó humildemente en el taller de San José, soportó el sufrimiento de la vida cotidiana y, finalmente, se sacrificó en la cruz. Así, Él nos muestra cómo vivir con esfuerzo y sacrificio. También la Virgen María y miles de santos han seguido este ejemplo, llevando una vida de sacrificio en cuerpo y alma.

Hoy en día, sin embargo, predomina la mentalidad de buscar el mayor disfrute con el menor esfuerzo. La gente busca poder, dinero, placer y descanso, mientras que el trabajo y la templanza son vistos con desprecio. Muchos solo trabajan porque deben hacerlo, y los pocos que lo hacen voluntariamente en un espíritu cristiano son una minoría. Este enfoque materialista ignora que el trabajo y la moderación traen recompensas tanto en esta vida como en la futura.

La mortificación, que consiste en el sacrificio y la lucha contra los deseos terrenales, no solo nos purifica, sino que también nos acerca a Dios. A través de ella, pagamos nuestras penas temporales y nos preparamos para una unión más profunda con Él. Solo aquellos que practican la mortificación tienen la gracia necesaria para la oración y la paz interior. La verdadera felicidad humana, tanto en esta vida como en la próxima, depende de estas virtudes.

Por lo tanto, el trabajo y la templanza cristiana son fundamentales para el bienestar personal y social. Solo en un ambiente donde se valore la mortificación será posible lograr prosperidad, salud, paz y libertad. Es necesario enseñar a la juventud estos valores y, sobre todo, darles el ejemplo. Nuestro sistema educativo debe basarse en estas bases para garantizar el progreso tanto de nuestra comunidad como de las naciones vecinas, y así lograr una verdadera fraternidad universal.