Por iniciativa del obispo diocesano de la Diócesis de San Juan de la Maguana, Monseñor Tomás Alejo Concepción y de la Vicaría de Educación, nuestra Diócesis es la primera del país que ha concluido un diplomado en “Prevención de Abuso Sexual a Menores y Personas Vulnerables: Construyendo Espacios Seguros desde el Cuidado y el Compromiso”. Esta experiencia formativa se inició el 12 de septiembre y concluyó el 3 de diciembre del 2024 con una conferencia magistral del sacerdote jesuita Cristian Peralta, a continuación nuestro obispo concelebró una Misa con los sacerdotes de la Diócesis, la entrega de los certificados a los participantes y finalmente, un compartir fraterno con un almuerzo.
El diplomado se desarrolló de manera presencial y contó con la participación de una numerosa representación de esta Diócesis, en total 121 personas distribuidas en diferentes aulas en el Colegio Padre Guido y en las instalaciones del obispado. Entre los participantes se encontraban: sacerdotes religiosos y diocesanos, diáconos, religiosos/as, catequistas, psicólogos, docentes, orientadores/as y líderes comunitarios. Los encuentros tenían lugar de nueve de la mañana a cuatro de la tarde. En total 96 horas de clase durante doce sesiones formativas, llevadas a cabo los martes de cada semana y organizadas e impartidas por el equipo del Instituto Superior Pedro Francisco Bonó, con la presencia constante de su rector el sacerdote jesuita Francisco Escolástico Javier.
La metodología implementada por cada uno de los facilitadores, fue fundamentalmente participativa y enriquecedora, posibilitando el diálogo y la reflexión entre los participantes. En cada sesión se ofreció el espacio para el trabajo práctico y la puesta en común de lo reflexionado, que luego se enriquecía con las puntualizaciones, el diálogo y las precisiones de los facilitadores y participantes.
Los contenidos reflexionados en nuestro diplomado han ayudado a la capacitación de los participantes y a una mayor concientización y sensibilización sobre la gravedad del abuso y la importancia de prevenirlo en menores y personas vulnerables. Hemos adquirido las herramientas teóricas y prácticas necesarias para identificar, prevenir y abordar situaciones abusivas. Hemos concienciado el compromiso de fomentar y promover una cultura de cuidado y protección de niños, niñas, adolescentes y personas vulnerables.
A lo largo del diplomado se desarrollaron las siguientes temáticas: desmitificando la cultura del silencio en lo relativo al abuso, comprendiendo el desarrollo o ciclo vital del ser humano en clave de prevención del abuso, el marco legal en que se ampara el cuidado, la protección y prevención del abuso en niños, en niñas, en adolescentes y personas vulnerables, tanto en las leyes de la República Dominicana, así como también el marco normativo eclesial vigente en nuestra Iglesia Católica, una mirada al tema de los abusos desde los errores que comúnmente se han cometido para no volverlos a repetir, comprendiendo las señales del abuso para una temprana detección y prevención, las estrategias para prevenir el abuso en la familia, en la Iglesia y en la escuela, conociendo el abuso desde las miradas del abusador para conocer cómo atraen, cómo cautivan y cómo fascinan a sus víctimas, el impacto, los peligros, los riesgos que representa el internet y las redes sociales en el abuso sexual cometido contra menores y personas vulnerables. También se desarrolló el tema de las consecuencias del abuso: el abuso cometido contra niños, niñas, adolescentes y personas vulnerables, es difícil de sanar, con frecuencia se daña una vida, suele ser una experiencia traumática y devastadora en su vida y por consiguiente, la persona abusada requiere del acompañamiento, especialmente psicológico y espiritual y requiere de espacios seguros, uno de ellos, es la familia, también sobre la cual se reflexionó. El tema de los protocolos de actuación, es decir, las herramientas necesarias para la protección de niños, niñas, adolescentes y personas vulnerables en nuestros centro educativos y en nuestras instituciones eclesiales. Y por último, se abordó el tema de la ética del cuidado en el abordaje y acompañamiento de casos de abuso.
El Papa Francisco con frecuencia habla del abuso sexual, de poder y de conciencia, a los que se añade el abuso de autoridad y espiritual. Se trata de un incentivo más en el esfuerzo por la eliminación del mal y el daño que causa ese flagelo al cuerpo eclesial que es la Iglesia. En esa línea van las normativas vigentes en nuestra Iglesia Católica. En ese sentido, en diversos documentos pontificios, con nuevas legislaciones eclesiásticas, especialmente de los últimos tres pontificados, se han ido promulgando normas para delitos graves, entre los cuales está el abuso sexual a menores de 18 años, normas donde se equipara a las personas vulnerables con los menores de edad, normas donde se hace una tipificación de los delitos contra el sexto mandamiento (abuso de poder, de conciencia y espiritual), normas donde se define lo que se entiende por menor, adulto vulnerable y material pornográfico infantil, etcétera.
En toda relación humana asimétrica o desigual que se establezca con un menor o persona vulnerable o cualquier persona subordinada a otra, existe el riesgo del abuso. Por esa razón se dice que no existe la relación riesgo cero, entre otras razones, especialmente por la condición intrínseca de vulnerabilidad de todo ser humano, es decir, toda persona puede ser herida tanto física como moralmente, pero también en la misma medida puede herir. Casi siempre el abusador es alguien que ya fue abusado. Y en esas circunstancias se puede reproducir el círculo dañino del abuso y la violencia. Es preciso educar a los menores para que se le respeten sus límites, pues las personas somos como los países, tenemos límites y fronteras que no podemos traspasar, ni permitir que se nos traspasen. Es preciso educar a los niños, las niñas y los adolescentes en el conocimiento de esos límites. Y pasar en nuestra Iglesia Católica, como lo ha pedido el Papa Francisco, de una cultura del abuso a una cultura del cuidado.
Un paso importante en la creación de esa nueva cultura es el conocimiento y la apelación a nuestras leyes: por ejemplo, la Ley 136-03 del llamado Código del Menor, en cuyos artículos, se protegen los derechos de niños, niñas, adolescentes y personas vulnerables, incluido su derecho a que el abuso físico, psicológico y sexual en su contra sea denunciado por cualquier persona que tenga conocimiento del mismo. El Código Penal Dominicano en sus artículos 330-331, definen lo que constituye una agresión sexual y una violación. El Código Procesal Penal en el artículo 333 no solo define la agresión sexual y la violación sino que establece la pena o castigo que conlleva. La Ley 53-07 sobre Crímenes y Delitos de Alta Tecnología en sus artículos 4 y 24 define y castiga la pornografía infantil.
Especialmente, desde el pontificado del Papa Francisco se ha ido creando una conciencia eclesial universal en contra de prácticas abusivas dentro de la Iglesia. Escuchar a las víctimas y que prevalezca la verdad es casi un lema de él. Por tanto, es preciso no minimizar el impacto devastador de sus tragedias. No descalificar a priori sus narrativas acusándolas de falsas e infundadas en busca de salvaguardar la reputación de alguien o quizás de la misma institución eclesiástica. Se trata de errores, de los cuales tenemos que aprender para no volverlos a repetir.
Desde el inicio del diplomado se enfatizó el aspecto urgente y necesario de que nuestras instituciones eclesiales y educativas elaboren sus protocolos, es decir, que tengan un conjunto de reglas o instrucciones que determinen las directrices que se deben seguir cuando en nuestros entornos eclesiales y escolares surgen situaciones abusivas y de violencia contra niños, niñas, adolescentes y personas vulnerables. Un granito de arena en la lucha contra este flagelo es que nuestras instituciones tengan y puedan crear sus protocolos de actuación ante estos casos. Estos protocolos se amparan en unas leyes civiles y normativas eclesiales, establecen las conductas apropiadas y prohibidas, fijan los compromisos a nivel de comportamiento de todo el personal que trabaja o ayuda en una determinada institución, establecen los roles, responsabilidades y procedimientos que se deben seguir ante la denuncia de un abuso o ante la presencia de situaciones abusivas, etcétera. Nuestra parroquia, Santísimo Redentor, acompañada por los Misioneros del Sagrado Corazón desde el 13 de noviembre del año 1978, ya elaboró su protocolo, de igual manera los centros educativos y las demás parroquias que participaron en el diplomado.
P. Dabaris Martínez, msc