Realidades y extractos

0
7

El fruto de la adversidad 

Por: José Jordi Veras Rodríguez.

A veces tendemos a querer desechar toda adversidad, porque a nadie le gusta pasar por dificultades, problemas y crisis, cualesquiera que fueran. Ahora bien, ¿qué hacemos cuando nos toca, y cómo la manejamos?, es ahí donde está la gran respuesta que debemos saber dar.

En estos años es alarmante la cantidad de personas que hemos visto, que han sido afectadas por ansiedad, angustia y que van terminando en depresión. Lo difícil en todo esto es aceptar nuestra situación, y sobre todo, buscar ayuda psicológica, espiritual o psiquiátrica; evitar postergar cada una de las situaciones mencionadas, porque eso puede hacer la diferencia entre sanarnos o claudicar, o terminar rindiéndonos ante lo que busca derribarnos.

Leímos en una ocasión, del famoso libro, “El monje que vendió su Ferrari”, que establece lo siguiente: “Todo suceso tiene su porqué y toda adversidad nos enseña una lección”. Sigue diciendo: “He comprendido que el fracaso, sea personal, profesional o espiritual, es necesario para la expansión de la persona”.  Aporta a su crecimiento interior y a un sinfín  de recompensas psíquicas”. Nunca lamentes tu pasado.  Acéptalo como el maestro que es”.

A veces necesitamos reconciliarnos con nosotros mismos, para darnos cuenta del potencial que tenemos para saber hasta dónde podemos ser capaces de sobrevivir y renacer. Nos ayudará, si lo podemos mirar, asimilar nuestros errores, aprender de ellos.  Saber que no podemos solamente reconstruirnos física o psicológicamente, sino, y sobre todo, espiritualmente, donde está la fuente que nos ofrecerá mayor firmeza en todo lo demás.

Para enfrentar y asumir toda adversidad o batalla, debemos tener las herramientas acordes e irlas construyendo de forma integral y firmes.

Todo esto nos recuerda lo que se establece, en Marcos 7, 24 al 25: “A cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las hace, le compararé a un hombre prudente que edificó su casa sobre la roca. 25 Y descendió la lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos y azotaron aquella casa; pero no cayó, porque estaba fundada sobre la roca”.  

Cuando decides realizar una transformación de tu vida, busca que el primer anclaje o apoyo, sea el que te brinda Dios a través de su Palabra.

Busca confiar, en medio de tus batallas, a quien no te dejará solo, busca deleitarte en Él, y espera, porque Él enderezará tus veredas.

No reniegues de tus pruebas cuando te lleguen, busca aprender al máximo de ellas, asimilarlas como una oportunidad de sabiduría y crecimiento que no debes desperdiciar.  No serás el mismo ser humano que entró y salió de ellas, si sabes tomar la actitud y conciencia adecuada y sobre todo, acompañado de una fe que derriba muros.