pero fue seguido por Dios en su largo viaje
-Piergiorgio Bertoldi
Artabán, un personaje presente en la tradición oriental: es el Cuarto Rey Mago. En nuestra cultura no está, en la leyenda nunca llegó a la gruta de Belén. Gaspar, Baltasar y Melchor ven la estrella cometa y parten hacia Jerusalén con oro, incienso y mirra.
Artaban, creativo, quiere llevar como regalo pequeñas perlas de diferentes formas y colores. No es fácil encontrarlas. ¿Es él quien se queda atrás o son los otros quienes no lo esperan y se desentienden de él?
De hecho, para alcanzarlos, busca caminos alternativos a lo largo de los cuales, sin embargo, se deja tocar por los encuentros. Comienza a regalar algunas perlas a los necesitados que encuentra en su camino. Una tras otra, ay, se le acaban. La leyenda termina con su regreso a casa, después de años, ya canoso, desaliñado. Los otros lo toman por un vagabundo, luego lo reconocen y lo reprenden. Él Para justificarse, saca de su saco una pintura que ha hecho cruzando algunos detalles de las personas que lo han involucrado y tocado por dentro: la alegría de un enamorado, la inocencia de un niño, el sufrimiento de un enfermo, el miedo de un maltratado, la ternura de una madre, la constancia de un padre, la complicidad de un hermano, la fuerza de un obrero, el genio de un artista, la lógica de un estudioso, la esperanza de un joven, la alegría de un bufón, la misericordia de un monje, el coraje de un emprendedor, el desconcierto de un fracasado y las lágrimas de un decepcionado.
Los Reyes Magos quedan atónitos: era un retrato maravillosamente coincidente con el rostro de Jesús, ese Dios al que parecía no haber llegado nunca. Artabán no encontró a Dios, nunca logró llegar a Dios, pero es Dios quien nunca dejó de estar a su lado.