49. El ángel del Señor y una multitud de huestes celestiales anuncian a los pastores el nacimiento del Mesías

0
8

En la región de Belén, unos pastores que cuidaban sus rebaños durante la noche fueron visitados por un ángel del Señor, y la gloria de Dios los rodeó con una gran luz. Al verse aterrados, el ángel les dijo: «No teman, les traigo una buena noticia, motivo de gran alegría para todo el pueblo. Hoy ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es el Mesías y el Señor. Lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre». De pronto, apareció una multitud de ángeles que alababan a Dios, proclamando: «Gloria a Dios en lo más alto y paz en la tierra a los hombres». Después de que los ángeles regresaron al cielo, los pastores se dirigieron rápidamente a Belén y encontraron a María, José y al niño, tal como el ángel les había dicho. Contaron a todos lo que habían oído de los ángeles.

El ángel que aparece es un ser espiritual, como Gabriel en la Anunciación a María. Algunos Padres de la Iglesia lo identificaron con Gabriel, pero no se menciona su nombre en este pasaje, a diferencia de otras apariciones en el Evangelio de Lucas. La gloria del Señor que ilumina a los pastores introduce un elemento apocalíptico, que señala la revelación de Dios. Las primeras palabras del ángel, que buscan consolar a los pastores aterrados, son comunes en la Biblia, donde el contacto con lo divino se percibe como un presagio de muerte inminente.

El mensaje del ángel está lleno de alegría, anunciando el nacimiento de Cristo en Belén, lo que marca el inicio de la era mesiánica. El ángel se refiere a Jesús con tres títulos: Salvador, Mesías y Señor, que reflejan la cristología primitiva y se encuentran en la liturgia cristiana. El “signo” que los pastores recibirán es un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre, lo que destaca la humildad del Mesías, que viene para los pobres y necesitados.

Después del mensaje del ángel, una multitud de huestes celestiales se une para alabar a Dios. Este himno de alabanza no solo exalta la gloria de Dios, sino que también anuncia la paz en la tierra, el primer don de los tiempos mesiánicos. El himno no solo es un eco de la liturgia celestial, sino también una continuación del mensaje del ángel, anunciando el advenimiento de un “eón escatológico”. La escena puede verse como una anticipación de la adoración de Cristo por todos los ángeles, según la Carta a los Hebreos.

Tras esta aparición, los pastores, al igual que los ángeles, narran y alaban lo sucedido. Lucas subraya la analogía entre el comportamiento de los pastores y el de los ángeles, destacando la espontaneidad de la adoración y proclamación del Mesías. Finalmente, el himno de los ángeles, que proclama la paz mesiánica, confirma y complementa el mensaje cristológico del ángel, anunciando la llegada del Mesías y extendiendo la Buena Nueva a todos los hombres.