Fray Radhames Abreu
Adviento del latin “Adventus”, que significa venida. En el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Jesús a la tierra. La liturgia de la Iglesia da el nombre de adviento a las cuatro semanas que preceden a la navidad, como una oportunidad para prepararnos en la esperanza y en el arrepentimiento para llegada del Señor.
Por consiguiente, el adviento se convierte en un periodo de renovación de la esperanza cristiana
en el cada persona está invitada a abrir su corazón a Cristo para vivir la alegría de su fe y para aportar luz en medio de la oscuridad, como hizo Jesucristo en su misión recibida de su Padre.
El adviento es un tiempo marcado por la esperanza, la reflexión y la preparación para celebrar la navidad o el nacimiento del Hijo de Dios, del Mesías, o del
“Emmanuel, Dios con nosotros”.
La corona del adviento es su símbolo emblemático, la cual está representada por las cuatro velas que definen las cuatro semanas previas a la navidad o periodo litúrgico.
Está corona simboliza, la esperanza, la paz, la alegría y el amor, cuyas virtudes se manifiestan cada una en cada vela.
La corona posee además, el símbolo de la dignidad y la realeza.
Estamos inmersos en la espera para celebrar la navidad o nacimiento de Jesús, pero también, en la espera o esperanza de los tiempos finales o escatológicos, en la espera del Jesús glorioso que regresará para juzgar a las naciones, en el juicio final.
Que la esperanza de este adviento toque a las personas, familias y seres, que han perdido sus esperanzas de ver días mejores y mejor calidad de vida, para alejar asomo de la depresión, el fantasma de la muerte, la enfermedad y los estados de desesperación y angustia y estos nuevos tiempos nos traigan felicidad y bienestar, especialmente a los que más sufren por causa de las injusticias sociales y las desigualdades.