Fr. Miguel Ángel Gullón Pérez O.P.

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Gustavo Gutiérrez, amigo de los preferidos de Jesús

El teólogo peruano Fr. Gustavo Gutiérrez OP, considerado el padre de la Teología de la

liberación, falleció el 23 de octubre a la edad de 96 años en Lima, dejando un legado

profundo en la Iglesia y en los movimientos sociales de América Latina. Su obra más

destacada, Teología de la Liberación. Perspectivas (1971), transformó la manera de

entender la fe cristiana al vincularla directamente con el compromiso social y la lucha

por los derechos de los preferidos de Jesús.

El concepto de “teología de la liberación” tiene su origen en la conferencia del mismo

nombre que G. Gutiérrez dictó en 1968 en Chimbote, en el norte de Perú. El autor, años

más tarde, escribirá lo siguiente a este respecto: “Hace pocos años me preguntó un

periodista si yo escribiría hoy tal cual el libro Teología de la Liberación. Mi respuesta

consistió en decirle que el libro en los años transcurridos seguía igual a sí mismo, pero

yo estaba vivo y por consiguiente cambiando y avanzando gracias a experiencias, a

observaciones recibidas, lecturas y discusiones. Ante su insistencia le pregunté si hoy

escribiría él a su esposa una carta de amor en los mismos términos que veinte años

atrás; me respondió que no, pero reconoció que su cariño permanecía… Mi libro es una

carta de amor a Dios, a la Iglesia y al pueblo a los que pertenezco. El amor continúa

vivo, pero se profundiza y varía la forma de expresarlo” 1 .

La idea de teología que plasma en este libro, germen de su pensamiento liberador, se

expresa en los siguientes términos: “una teología como reflexión crítica de la praxis

histórica, una teología liberadora, una teología de la transformación liberadora de la

historia de la humanidad y, por ende, también de la porción de ella –reunida en

ecclesia– que confiesa abiertamente a Cristo. Una teología que no se limita a pensar el

mundo, sino que busca situarse como un momento del proceso a través del cual el

mundo es transformado: abriéndose en la protesta ante la dignidad humana pisoteada, en

la lucha contra el despojo de la inmensa mayoría de los hombres, en el amor que libera,

en la construcción de una nueva sociedad, justa y fraternal, al don del reino de Dios” 2 .

Por las mismas razones con las que se sostiene que nada permanece de la misma forma

a cómo fue concebido, ni tampoco tendrá un fin anticipado, el mismo G. Gutiérrez, a la

pregunta sobre si ya no tiene sentido su reflexión, responde: “la Teología de la

Liberación no habrá muerto mientras haya hombres que se dejen incitar por el actuar

liberador de Dios y hagan de la solidaridad con sus semejantes que sufren y cuya

dignidad es degradada la medida de su fe y el impulso de la acción social. La Teología

de la Liberación significa creer en Dios como Dios de la vida y como garante de una

salvación del hombre entendida de manera integral, y ofrecer resistencia en los dioses

que significan la muerte prematura, la pobreza, la depauperación y la degradación del

hombre” 3 .

1 G. GUTIÉRREZ, Teología de la liberación, Salamanca 1972, p. 53.

2 Id., pp. 40-41.

3 G. L. MÜLLER, Experiencia liberadora: impulsos para una teología europea, en G. GUTIÉRREZ y G.

L. MÜLLER, Del lado de los pobres. Teología de la Liberación, Madrid 2013, p. 45.

En el año 2000, confirmando su profunda sintonía con el carisma de Santo Domingo,

profesó como fraile dominico. Él mismo comenta: “mi relación con la Orden de

Predicadores llega tan lejos como cuando conocí personalmente la obra teológica de

Congar, Chenu y Schillebeeckx, todos teólogos dominicos. Me atrajo enseguida su

profunda intuición de la íntima relación que debe existir entre la teología, la

espiritualidad y la predicación del Evangelio. La teología de la liberación comparte esta

misma convicción. Mis posteriores investigaciones sobre la vida de Bartolomé de Las

Casas y su ardiente defensa de los pobres de su tiempo (los indígenas y los negros

esclavos) ha jugado un papel importante en mi decisión: Mi larga amistad con muchos

dominicos, junto a otras circunstancias, me han llevado finalmente a esta meta. Aprecio

y agradezco mucho la forma tan fraterna con la que he sido acogido” 4 .

En el 2003 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y

Humanidades. Según resaltó el jurado este premio se le otorgó principalmente “por su

coincidente preocupación por los sectores más desfavorecidos y por su independencia

frente a presiones de todo signo, que han tratado de tergiversar su mensaje”.

Francisco comentó: “hoy pienso a Gustavo Gutiérrez, un grande, un hombre de Iglesia que supo estar callado cuando tenía que estar callado, supo sufrir cuando le tocó sufrir.

Supo llevar adelante tanto fruto apostólico y tanta teología rica”.

Fr. Gustavo, descansa en paz junto a los preferidos de Jesús.