Patricio era un hombre que iba todos los domingos a misa, y me llamaba mucho la atención, pues iba siempre con su Biblia, y en el momento de la liturgia de la palabra, se le veía hurgando apresuradamente en ella. Luego dejó de ir a la eucaristía, y un día lo encontré, y le pregunté: ¿Por qué había dejado de participar en la celebración eucarística del domingo?, a lo que me respondió: ´´Ahora estoy visitando otra Iglesia. Además, todas las Iglesias son lo mismo´´, a lo que no se, si por intuición del Espíritu o por agudeza mental, le dije: ´´Pues si son lo mismo, no había necesidad de que usted se fuera a otra´´, solo me sonrió y jamás lo he vuelto a ver.

Entre nosotros es más común el cambio de Iglesia, que el de religión, ya que la mayoría somos de religión cristiana, la cual está dividida en un abanico de Iglesias, grupos, sectas y demás. La Iglesia católica, que hasta hace poco tenía la mayoría de cristianos, ahora se las ve a merced de estos grupos que han realizado un proselitismo rampante y exitoso, que en vez de ser los pecadores y alejados de Dios, lo que deberían ser los destinatarios de todo ese proselitismo misionero, han sido los católicos mal formados y pocos acompañados el arsenal desde donde ellos han sacado y sacan a sus seguidores.

Pero en sí la razón del cambio, a veces resulta una tontería, pues si es en cuanto a la verdad religiosa, que algunos conversos arguyen, nadie la tiene, pues Dios siempre nos rebasa. Algunos hablan sobre los escándalos y mal testimonio para hacer el cambio, pero imperfecciones humanas las hay en todas partes donde hayan hombres y mujeres. El asunto es ser fiel al itinerario que Dios nos traza, desde una realidad específica para seguirle a Él y su revelación.

La dimensión vivencial y misionera de la religión no es tal vez para que se cambie, sino para dar a conocer al Dios desconocido al que no lo conoce o ayudar a perfeccionar la percepción en un Dios que es el Dios de la vida no de la muerte, en la esperanza de saber transmitir lo positivo de la revelación religiosa que se tiene, que ayude a la que el otro tiene o se perfeccione en el sentir religioso al otro.

San Pablo en Hechos 17,23, no invita a los griegos a un cambio religioso, sino que a partir de la revelación en el Dios desconocido, el Dios que antecede a la misión o a la conciencia de su  revelación, crean en el anuncio que el le hace, no le está pidiendo un cambio de religión, les pide abrirse a la clarificación que el trae, como lo que todo misionero está llamado a realizar. En nuestro entorno, la invitación de ciertos grupos al cambio de parcela religiosa, no es la búsqueda de una mayor clarificación del dato revelado, solo es proselitismo barato, en la búsqueda por suplantar una realidad religiosa que tenemos desde siglo, y que tal vez le ha hecho falta la valentía de actualizarse en algunas vertientes pastoral y no ha podido cubrir otras, y de ahí han encontrado gente que percibe y siente esos vacíos.

Lamentablemente vivimos en una sociedad de consumo y de mercado, donde todo se vende y se compra, y el asunto es sentirse bien, lo religioso pasa, como he dicho en otras ocasiones, por ese colador, se pasa de un grupo religioso a otro, como cuando quiero algo de una tienda o una casa comercial, lo único que me importa es lo que me va a proporcionar el producto, y no soy capaz de ver los demás elementos.