Hoy como todos los días que han transcurrido desde que te marchaste un 17 de Noviembre 2020 a la casa del padre Celestial, quiero que sepas que no he dejado ni un minuto de pensar en ti.
Nuestras hijas son el aliento para seguir en este camino que se me ha hecho tan largo. A veces siento que sería imposible seguir adelante porque pese a que he seguido erguido y con ganas de seguir luchando, hay días en que me pregunto si vale la pena, pero es ahí que vuelvo la mirada a Jesús y la Madre María y siento las manos cálidas de esa Madre y con ternura me dice, “Hijo, aún te falta mucho por caminar”.
Me levanto para seguir y de repente recuerdo que poco días antes de partir te prometí que iba a seguir adelante, y aunque las lágrimas empañarán mis ojos, los secaría y tomaría la rienda de mi vida y seguiría.
Me acuerdo de tu risa y me río. Tenías la sonrisa y la boca más hermosa. La piel suave y el corazón más grande del mundo. Sé que hiciste todo lo posible para quedarte, ya que no había ningún otro lugar en el que preferías estar más que con nosotros, tu familia.
Tu energía, tu amor, tu risa, esos increíbles recuerdos, todo se quedó aquí con nosotros.
Gracias, amor, por haber llegado a mi vida y enseñarme a amar. Gracias por todos los recuerdos bonitos, por todas las veces que lloramos y reímos juntos, por todo lo que logramos, por todo lo que aprendí, por todo eso y muchas cosas más, gracias de corazón.
