Noviembre es el Mes de la Familia, y hoy la más importante de las instituciones humanas atraviesa por situaciones muy difíciles.
Algunos han dejado de creer en ella, ignorando que su ausencia nos lleva a un precipicio social haciendo insoportable la convivencia humana.
De familias estables, y cimentadas en valores saldrán los políticos honestos y con vocación de servicio.
Los jóvenes con ideales nobles, y comprometidos con la construcción de una nueva sociedad.
Los hombres y mujeres promotores de una cultura de paz. Seres humanos conscientes de que es posible tener un mundo mejor.
Personas que no promoverán la violencia, ni atentarán contra la vida de un hermano.
De familias edificadas en el amor y el respeto saldrán ciudadanos conscientes de sus derechos y deberes.
Trabajemos para alcanzar la meta de tener familias en donde padres y madres sean testimonio vivientes para sus hijos. De ellas depende nuestro presente y futuro llenos de esperanza.
Hacemos un llamado al Gobierno para que no escatime en ningún esfuerzo y llegar así a tantas familias necesitadas que viven hacinadas y cuyas condiciones materiales les impiden lograr un crecimiento integral.
No olvidemos lo que nos dice el Papa Francisco cuando expresa: Las familias son un tesoro precioso y no son piezas de museo sino que por medio de ellas se concreta la capacidad de darse, el compromiso recíproco y la apertura generosa a los demás, así como el servicio a la sociedad.