-Fray Radhames Abreu
Es importante, que siempre participemos de la celebración completa de la misa, y poder entender ese sentido de envío al final, cuando algunos no esperan la bendición ni participan del rito final y de envío.
Aquí, hago la relación con la palabra misión, que no es más que la acción de enviar.
También, la facultad que se le da a alguien para ir a cumplir algún cometido.
Tendríamos que hacer énfasis en el ir para conectarlo y relacionarlo con el sentido de envío de la misa. Por eso, todo envío o misión debe hacerse desde la misa, desde la eucaristía.
Al final de la misa, no termina la cosa, sino que se nos envía a hacer partícipe a los demás de lo que hemos vivido y experimentado, en la celebración. Se comprueba la estrecha relación entre misa y misión.
Todos sabemos, que en la Iglesia, la misa, no es más que la celebración en la que el sacerdote renueva en el altar el sacrificio del Cuerpo y la Sangre de Cristo, bajo las especies del pan y el vino.
La palabra o el término misa se originó en el siglo IV, para despedir a los fieles al final de la celebración eucarística. Esa despedida se expresa con la frase en latín: “Ite, missa est”.Cuya traducción sería “Pueden ir en paz, la misa ha terminado”.
Según datos de San Isidoro de Sevilla.
La palabra misa procede del latín missio que significa envío.
La misa es la oportunidad donde como cristianos católicos podemos alabar, bendecir y dar gracias al Señor por nuestra salvación y participar del misterio de la pascua en pasión, Muerte y Resurrección.