William Arias

En estos días de nerviosismos y de comentarios de todo tipo, de­bido a la intentona del Gobierno de implementar una nueva reforma fiscal en la sociedad dominicana, escuchamos muchas co­sas que se dijeron, de aquí de allá, sobre todo por las redes y demás medios de comunicación nuestros. 

Me llamó mucho la atención la opinión de algunos, que decían que “fueron mejores los gobiernos anteriores, pues aunque eran corruptos, por lo menos co­mía­mos”. Esto me hizo recordar al pueblo de Israel en la Biblia, cuando salió de Egipto e iba por el desierto camino a la tierra pro­metida. 

Los hebreos, que habían pasado un tiempo como esclavos en Egipto, imploraron al Dios de sus padres y él los escuchó, y con la mediación de Moisés, con brazos poderosos los sacó de dicho país, los liberó, y como un pueblo los encaminó por el desierto ha­cia la tierra prometida. Mientras hacían dicha travesía, como gen­te libre, sin el yugo de la esclavitud, comenzaron a quejarse contra su liberador.

En Éxodo 16,3 y Números 11, 4-5 y 14; 2-3, ellos experimentan las limitantes de su viaje y co­mienzan a quejarse ante su libe­rador. Necesitan agua, comida y otras cosas, pero lo triste del caso es que en medio de sus quejas, dicen que su situación anterior de esclavitud era mejor que la actual, pues por lo menos allá comían y bebían. 

Eran maltratados, abusados y oprimidos, tratados como cosa. Les estaban robando sus fuerzas de trabajo y su vida, mediante las tareas forzadas y lastimosas que hacían para construir las ciuda­des del explotador, y ahora añoran su vida de esclavos y explo­tados, y por solo llenarse el estómago prefieren o quisieran volver a ella.

Siempre se ha dicho que los seres humanos pensamos más con el estómago que con la ca­beza. Por eso los opresores siempre viven dando comida a los pobres y oprimidos. En tiempo de los Romanos le daban pan, entre nosotros funditas, cajitas y tarjetitas. 

Dios le había dado a aquel pue­blo lo más preciado: su libertad, capacidad para decidir por ellos, para construir su propio destino, para saber dar uso a ese don que Dios le había dado, ahora prefieren abandonarlo todo por las dádivas de la esclavitud, si así se le pueden llamar.

El pueblo dominicano ha ido avanzando en los últimos años en el lograr algunos elementos de desarrollo y en diversificar y mantener un proceso de creci­miento económico, según los re­portes y análisis de organismos de acá y de allá, pero  “nos falta todavía mucho por hacer”, como decía un expresidente. 

Todavía hay muchas necesida­des básicas que suplir. Ha sido un desarrollo financiado con unos fondos que en gran parte  hay que pagar, y de ahí la nece­sidad de reformas, aunque otros medios se pueden explorar, y pa­rece que algo así se va a hacer.

Pero, cuando en otras ocasiones se presente la necesidad que sea, hay que pensar con la cabe­za, no con la panza. Ninguna na­ción debe ser dirigida por elementos corruptos y corruptores, aunque se dé la necesidad que sea. 

Es igual como algunos van más lejos y todavía hablan de bonda­des de la tiranía pasada. Cada pueblo debe trillar el destino que Dios a través de grandes hombres pone en su camino. 

El pueblo de Israel tuvo a Moisés para marcarle la ruta de la libertad a ser recorrida por el desierto. El Señor nos dio a Juan Pablo Duarte y demás hombres de la Patria para señalarnos el camino.