Mujer de fe y servicio a los demás
Doña Rosmery, como todos le llamaban cariñosamente, fue catequista desde los 15 años comenzó a dar catecismo a los niños en la parroquia San José de la Montaña, en Santiago.
Al mudarse a Mao en donde su esposo Claudio Gonzales consiguió un nuevo trabajo, ella continuó su apostolado.
Perteneció a la Hijas de María, Hermandad del Corazón de Jesús, Hermandad Perpetuo Socorro, y al grupo de liturgia de la Catedral Santa Cruz.
Siempre tuvo presente que lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre, duró 51 años de casada, teniendo muy presente:“Lo que une nuestro Señor Jesucristo, no lo separa el hombre”, Mateo 19:6.
Doña Rosmery es un ejemplo a seguir. Vivió para servir.
En las fiestas patronales de la Catedral Santa Cruz, fue electa Reina Embajadora del Amor.
Al cumplir siete años de su partida a la Casa del Padre, sus hijas Claudio, María Rosa y Gregoria, dan gracias a Dios por haberle dado el regalo más grande como fue su madre: Doña Rosa María.