Los corazones del pueblo dominicano latían junto a ella. Cuando llegó a la meta toda la nación vibró de alegría. En cada paso que daba iba la Patria a su lado. Su nombre era el de todos, aunque su identidad es Marileidy Paulino. En pocas ocasiones hemos visto un pueblo tan unido, dejando atrás las diferencias sociales para correr juntos en torno al oro, máxima premiación de estos Juegos Olímpicos, París 2024.
El triunfo de Marileidy nos deja muchos retos y enseñanzas. Vemos que cuando hay voluntad, disciplina, y dedicación, ni la pobreza es barrera para llegar a la meta. Ahí tenemos a nuestros atletas, que la mayoría provienen de hogares en donde hasta los alimentos hay días en los que no aparecen, haciendo de esta realidad una angustia que marchita la dignidad humana.
En Marileidy, muchos jóvenes tienen la oportunidad de entender que por el camino de los vicios sólo se llega al abismo y la destrucción personal.
Un reto que tiene el Ministerio de Deportes después de este oro, es brindarle a nuestros atletas un apoyo constante. Hace falta más inversión y menos gastos burocráticos. Los barrios deben estar dotados de complejos deportivos bien equipados. Es la mejor manera de que los jóvenes tengan la oportunidad de ver crecer los talentos que poseen.
También, darle mantenimiento a las instalaciones deportivas que ya existen, y no permitir que a pocos años de construidos parezcan ruinas del siglo pasado. Esto es una irresponsabilidad.
Después del oro, logrado por nuestra brillante Marileidy, necesitamos que el Gobierno, y el sector privado, comprendan que la inversión que se hace en el deporte es la mejor vía para tener jóvenes con mente sana, en cuerpo sano.