Por: José Jordi Veras Rodríguez.

Hace poco, en la celebración de la actividad de los diez años de nuestro espacio radial, nos tocaron las palabras de inicio y en la mismas establecimos las gracias  del por qué dicho evento se podía llevar a cabo y que todo había sido obra del Todopoderoso, sin su ayuda, no habría sido posible, todo el apoyo de las marcas que dijeron que ‘si’ y del gran público que se hizo presente,  para que fuera una realidad.

También, indicamos que si hacíamos una vista retrospectiva, la presencia del Barbudo ha sido en nuestra vida,  desde siempre.  Iniciamos señalando, cuando nuestra madre, Carmen Teresa, se le encontró un cáncer de mamá terminal.  Solamente le dieron un par de meses de vida. 

En esa ocasión, le pedimos al Todopoderoso, que nos permitiera más tiempo para disfrutarla aún más, nos la regaló, cinco años. 

Luego, con nuestros hijos, se suponía que nuestra esposa y quien escribe, podíamos tener descendencia.  Sin embargo, oramos para que se pudiera ser posible.  Nos regaló los dos tesoros mayores de nuestras vidas, Miranda y Mauro.

Una vez, llegado el año 2010, el 2 de junio, nos atacaron por medio de un atentado criminal, no solamente sobrevivimos a dos disparos en la cabeza, sino todo lo que hizo en los próximos seis años para protegernos y hacernos sentir su presencia en aquella dura experiencia.  Y El supo estar en todo momento.

Algo más o menos, fue cuanto dijimos aquel jueves 13 de junio del año en curso, 2024, además, de indicar la gratitud por los diez años de lo que celebrábamos en esa ocasión, que era el tiempo que teníamos produciendo el programa de radio, Al final de la tarde con Jordi.

Recordamos que escribimos algo para leerlo esa noche, sin embargo, al momento, dejamos que el corazón hablara y pudimos llevar a cabo el agradecimiento a modo de testimonio sobre todas las bendiciones que hemos recibido de El, en todo estos años. 

Cómo no sentirse agradecido y bendecido al mismo tiempo, porque hemos sabido sentir y mirar ante nosotros, todo cuanto ha manifestado su gran amor. 

No nos interesa influir en otros en cuanto a sus creencias, sin embargo, los demás, no pueden decirnos que Dios no existe, porque en cada etapa de nuestras vidas, ha estado ahí y de una forma incontrovertida.  Ha estado en cada batalla, prueba, caída, derrota, gloria y dicha; de todas las cuales, hemos aprendido a mirarlo desde la fe y el corazón.

Gracias Papá Dios, querido Barbudo, por lo mucho de Tu presencia.