Afirmaba Ralph Waldo Emerson que “el secreto de la educación reside en respetar al estudiante”. Aunque sin dudas existen otros factores, concluyo que el escritor, filósofo y poeta estadounidense se refería a los docentes. Los que hemos podido estudiar, recordamos con alegría a esos maestros y maestras que influyeron notablemente en nosotros, que con sus ejemplos como personas y como profesionales nos enseñaron a ser mejores ciudadanos. Cuando los vemos los saludamos con admiración.
Nueva vez la Asociación Dominicana de Profesores, ADP, irrespeta a los estudiantes, sin entrar en juicios de valores sobre lo justo o no de sus reclamos y resaltando que existen miles de excelentes educadores, cuyos aportes a nuestro país son incalculables.
Entre los principales métodos para desconsiderar a los alumnos (hay varios más) están dejar de asistir a las aulas con la insulsa excusa de participar en asambleas que perfectamente pueden celebrarse en días no laborables, recurrir a las huelgas reclamando casi siempre lo mismo y ahora está de moda paralizar las labores. En cada caso se viola el sagrado derecho a la educación establecido en nuestra Constitución y en todas las del mundo.
Inspirado en estas actuaciones, imagino cómo le escribiría un estudiante a su profesor ausente. “Distinguido profesor: hoy debería estar en clases aprendiendo para ser útil; pero estoy en mi casa, solo, sin hacer nada. Usted está protestando en las calles en vez de estar formándonos, perjudicando mi preparación en el presente y en el futuro. Mi mamá y mi papá se ponen bravísimos cuando no tengo clases y hasta hablan mal de los profesores, a quienes se les paga bien y cuentan con múltiples beneficios, lo que es positivo.
Mi amiguito Juan y yo estamos en el mismo curso, pero él estudia en un colegio de monjitas, siempre tiene tareas y actividades educativas. Todos los días sus profesores llegan puntuales al salón. Haciendo cálculos con la ayuda de mi madre, Juan en este año ha tenido mucho más horas-clases que yo. Sabe más matemáticas, lenguaje, sociales e inglés que yo, aunque, aquí entre nosotros, soy mejor que Juan en naturales. Si esto sigue así, Juan estará más preparado que yo para enfrentar la vida.
Quisiera pedirle, por favor, que si usted está disgustado no sea yo el lesionado, que usted mismo dice que sin educación no hay desarrollo, aunque hemos avanzado en este aspecto, incluyendo la mejoría de su salario. No deje de ir a clases, no quiero crecer en la ignorancia, que así no seré ni medianamente productivo en el porvenir. Como estudiante que soy, respéteme, valóreme, cumpla su deber conmigo y con la patria, que su esencial misión es enseñar. Gracias”.