Por: Isabel Valerio Lora,MSc.
“El trauma no define quiénes somos, sino cómo hemos sobrevivido y cómo estamos dispuestos a sanar”. Bessel van der Kolk
Numerosas investigaciones confirman el vínculo entre las experiencias traumáticas en la infancia y las conductas adictivas en la edad adulta. Heilig et al. (2021) enfatizaron la importancia de entender la relación a nivel social y clínico de un trastorno traumático de desarrollo y las adicciones.
Las personas diagnosticadas con trastorno de estrés postraumático (TEPT) tienen una mayor incidencia de trastorno por uso de sustancias. (Simpson et al., 2022).
Los eventos adversos en la infancia se han correlacionado con el inicio del consumo de alcohol a una edad más temprana y se encontró que es más probable que ocurra un trauma infantil antes del abuso del alcohol, medicamentos y otras sustancias en la adolescencia.( Zarse et al,2019).
Las personas con antecedentes de trauma pueden ser más vulnerables a la adicción como un medio para regular su estado de ánimo, aquietar los pensamientos intrusivos y suprimir la excitación causada por las hormonas del estrés elevadas (Levin et al., 2021).
La razón principal por la que las personas consumen drogas de abuso se debe a sus efectos psicológicos inmediatos. Uno de los primeros efectos es provocar placer y, posteriormente, reducir el malestar. El primer efecto se puede entender como un refuerzo positivo, mientras que el segundo es un refuerzo negativo.
Las conductas adictivas pueden ser el mejor intento de un individuo para hacer frente a los efectos biológicos y neurobiológicos del trauma infantil, que podrían incluir hiperactivación o despersonalización ( Poole et al., 2017; van der Kolk, 2014).
Fergusson et al (2013), encontraron que un factor que influye en la prevalencia del consumo de drogas en la adolescencia y adultez son las vivencias traumáticas experimentadas en etapas tempranas del ciclo evolutivo.
Las drogas de abuso o las conductas adictivas pueden facilitar un estado de entumecimiento, aunque sea temporalmente (y al mismo tiempo que provocan neuroadaptaciones que perpetúan, en lugar de resolver, el problema original).
Las conductas adictivas, están vistas como una forma de evasión, sea del propio trauma o de una realidad actual amarga, que requieren ayuda.