Somos un pueblo que nació en la cuna del Evangelio. Así lo quisieron los forjadores de nuestra nacionalidad. Desde su origen, Dios, Patria y Libertad fue el norte a seguir de quienes lo dieron todo por una sociedad basada en la igualdad y la justicia.
180 años después de aquella gesta gloriosa del 27 de febrero de 1844, debemos continuar siendo fieles a este ideal.
Si nos apartamos de estos fundamentos trinitarios estaríamos transitando por caminos equivocados que nos llevarían hacia la ruina social.
Nos preocupa que en la actualidad encontramos muchas acciones a nivel público y privado que traicionan los principios que cimentaron el edificio de la Patria.
De ahí nuestro llamado para que aprovechemos el tiempo de Cuaresma para rectificar, y como nos pide el Papa Francisco, deseamos que esta Cuaresma sea de conversión, y solo así la humanidad extraviada sentirá un estremecimiento de creatividad: el destello de una nueva esperanza.
Esperamos que en este nuevo aniversario de la gesta independentista hagamos el compromiso de ser mejores ciudadanos. Que no sigamos con la actitud dañina de pensar qué puede hacer la Patria por mí, sino qué puedo hacer yo por ella. Esta será la mejor y más sincera ofrenda floral hacia los que soñaron con tener una República Dominicana libre y soberana.